[LA PIMPINELA ESCARLATA] Se veía venir
EDUARDO FERNÁNDEZ | Desde que el alcalde de Ponferrada auguró a Lydia Valentín grandes éxitos en estas olimpiadas y le deseó suerte, se veía venir. Sus problemas físicos, que han imposibilitado a nuestra heroína rendir según lo esperado, no hacen más que agrandar los logros conseguidos hasta aquí y demostrar que el espíritu de una campeona se forja en la adversidad, cuando ya le hemos oído expresar su deseo de estar en los siguientes juegos olímpicos. Que no se los gafen. Pero desde el tweet de apoyo edilicio, no me digan que no se veía venir.
Se veía venir también desde que el PSOE perdió la mayoría absoluta que no le otorgaron los ciudadanos en las elecciones municipales, perdida por querer doblegar a los concejales en lugar de persuadirlos -que cercano al vencerán, pero no convencerán-, que iban a buscar una muleta para las votaciones de los plenos y no era muy aventurado inferir que la encontrarían donde la han hallado, asistiendo a los plenos o sin asistir. Por incongruente que sea con su propio pasado y reivindicaciones, se veía venir que iban a encontrar el apoyo para lo que falta del mandato, que esa es la condición humana cuando está en juego lo de la familia, o lo de la familia extensa que es el partido.
Se veía venir que empezaríamos el verano sin máquinas trabajando en la autovía a Ourense y sin trenes a Vigo para los que aún albergaran la esperanza de ir allí a la playa. Si eso llega a pasar con los otros, habría manifestaciones de dolor por las vías como si acabara de morir un líder norcoreano. Pero ahora, ni pasa nada, ni a los sindicatos les parece mal el desmantelamiento de lo público que era su mantra, ni el alcalde parece preocuparse por ello más que por resultar dócil a los suyos, que si han hecho esa escabechina con Ábalos, qué no les puede tocar a los de lejos.
Se veía venir el enquistamiento del conflicto de LM ante la actitud de la empresa y la lejanía estival de la administración, a la espera de que se concrete más el anunciado apoyo de la Junta y que el gobierno de la nación perciba que no todos los problemas laborales los tiene en Cataluña. Uno, que tuvo lo suyo en la crisis de 2008 de la mano del ministerio de Industria de Zapatero, sabe que en esto de la negociación hay una liturgia y un tiempo de espera, pero los trabajadores, sus familias y una ciudad preocupada por su futuro no tienen aguante para partidas florentinas. Puede que la negociación tenga que ser presencial para la Junta, pero de momento se le ha notado más movimiento que a la vicepresidenta de la matria que, salvo error, no es ministra de política lingüística, sino de Trabajo.
Se veía venir que vamos a encarar el próximo fin de año con menos gente en nuestras calles, con menos actividad en nuestra economía y con menos confianza en el futuro de nuestros corazones.
Se veía venir que yo les traería aquí un par de citas, como siempre, y hoy nos tocan una del ensayista ilustrado francés Luc de Clapiers, para quien la paciencia es el arte de la esperanza, pero ya si eso que este lirismo se aplique a la liga y el ascenso de la Deportiva y no a la negociación de LM. Y otra del poeta latino Horacio, quien decía lo mismo que algunos concejales ponferradinos: “el pueblo me silba, pero yo me aplaudo”. Va a cuenta de que se veía venir que los gobernadores de la cosa territorial, apodados virreyes de la Tebaida por la oposición, se iban a mosquear cuando les sacaran los colores por el estado de los pueblos, porque eso es como pasar la prueba del algodón por la cocina, llevar un coche viejo al taller o hacerme a mí un análisis de sangre, que menos estupefacientes doy de todo: siempre te encuentran algo. Así que querer ponerse medallas de los años pasados desde 2016, cuando por cierto era otra la alcaldesa que compartiría los méritos, es suicida porque siempre queda más pendiente que lo que se hace.
En este ferragosto del Bierzo se ven venir muchas cosas, pero pocas verdaderamente buenas y, lo que es peor, lo que se ve venir es que empezaremos el próximo curso político con idénticos problemas y las mismas menguadas ilusiones, así que no se sorprendan si a los que escribimos aquí también se nos ve venir.