[DIVERTIMENTOS] La gran novela negra del Bierzo está por escribir
Esta comarca (o lo que sea) es pródiga en talentos literarios. Tenemos excelsos poetas, ensayistas, dramaturgos y novelistas de todos los colores, olores y sabores. Pero ninguno se ha atrevido todavía con un subgénero tan exitoso como desdeñado por los exquisitos, aunque practicado por afamados autores.
La gran novela negra de la comarca (o lo que sea), el formato más adecuado para diseccionar la sociedad berciana del siglo XX, podría comenzar así:
— A ese, que le corten el pelo —ordenó el patrón refiriéndose al parecer a un tal José Cuiña.
— Marino, llame al director del periódico —dijo a continuación dirigiéndose a su mano derecha (o acaso fuese la izquierda), un hombre de apellido Merino.
— Diego, venga aquí que tenemos que hablar.
— Me ha cogido en la ducha, don José —respondió el cachazudo director.
— Preséntese inmediatamente como esté —zanjó el padrino sin el menor resquicio para la réplica.
Y allí se presentó el bueno de Diego sin más atuendo que una toalla enrollada a la cintura.
Obviamente, el personaje de ficción inspirado en Ulibarri no aparece hasta el tercer o cuarto capítulo, cuando está departiendo con socios, amigos y advenedizos en su bien surtida bodega de la calle Ave Maria mientras un propio –a la sazón alcalde– va preparando unas truchas bien fritidas. Y también desfilan por las páginas de esa obra por escribir otros personajes que se parecen asombrosamente a Ismael Álvarez, Raúl Valcarce, Antonio Canedo, Carlos López Riesco, Samuel Folgueral e incluso Silvano y Viloria.
Continuará. O no. Lástima de talento.