[ZASCAS] El corporativismo de los periodistas
Se queja amargamente la Asociación de Periodistas de León (APL) porque algunos ayuntamientos, citando expresamente al de Ponferrada, hayan contratado para sus gabinetes de comunicación a personas sin titulación específica en Periodismo o Comunicación Audiovisual.
Especial hilaridad provoca el argumento de que «son indispensables los conocimientos adquiridos en las universidades para un correcto ejercicio de la profesión, como por ejemplo los vinculados a la ética y la deontología». Como si no abundaran en el oficio los cantamañanas, los pelotas, los chantajistas e incluso los corruptos sin el menor asomo de ética. Eso sí, titulados. ¿No estará confundiendo la APL la deontología con la odontología?
Pero lo que ya pasa de castaño oscuro es que se pretenda descalificar a un periodista que después de casi 25 años de ejercicio tiene todo el derecho del mundo a llamarse y ser considerado como tal, incluso por los que tan alegremente le niegan esa condición –haciendo ostentación de su mezquindad– simplemente porque carece de una titulación concreta. ¿Vale para trabajar en medios privados pero no para hacerlo en una institución pública?
Mejor haría la APL en ocuparse de la precariedad laboral, de los salarios de hambre, de los falsos autónomos, de las presiones más o menos sutiles de las empresas sobre sus periodistas o de la autocensura imperante en más de un medio. Pero, claro, es más fácil sacar del armario el rancio y gastado corporativismo para defender exclusivamente a los que un veterano colega llamaba con sorna «periodistas de granja».
De su paso este verano por un curso de la Uned en Ponferrada, Sergio del Molino extrajo la conclusión de que no hay muchas profesiones que se cuestionen a sí mismas tanto y con tanta crudeza como el periodismo. Lo hizo tras un debate en el que la posición mayoritaria desde la mesa era la de no poner puertas al campo con la exigencia de titulaciones para ejercer un oficio que se aprende en la calle y en las redacciones más que en facultades donde las prácticas suelen brillar por su ausencia. Se diría, a la vista de su comunicado de hoy, que ningún responsable de la APL asistió a aquel curso. Y si lo hizo, sigue sin entender nada.