[UNA HABITACIÓN AJENA] El síndrome Amèlie
Las cárceles, los hospitales y las escuelas presentan similitudes porque sirven para la intención primera de la civilización: la coacción.
(Michael Foucault)
El ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica.
(Anthony Burgess, La naranja mecánica)
Las mejores intenciones allanan el camino al infierno.
(Dicho popular)
NELLY BOXALL | Si Bauman acuñó la sociedad líquida y el filósofo surcoreano de nombre irrecordable lo hizo con la sociedad del cansancio… le ha llegado la hora a la sociedad de la petardez, versión new age del fascismo de toda la vida. Por esta Comarca tenemos varios ejemplares que, cuando les observas, escuchando detenidamente y consigues que se te pasen las ganas de soltarles un galletón, te preguntas si son conscientes de su impostura o realmente se lo creen. Espero que pertenezcan al primer grupo, lo contrario siempre acaba en catástrofe y, además, no soporto el autoengaño. Por eso leo con los ojos como platos la entrevista a la docente Alicia Tojeiro en La Voz de Galicia -galardonada con el premio a la mejor docente de primaria de nuestro país el año pasado- donde nos detalla su metodología para quinto curso:
“Tengo una comisaría de aula, dos policías, chico y chica, que cambian cada quince días. Es voluntario. Ellos patrullan el patio y si hay algún conflicto, intentan resolverlo; y cuando no llegan a acuerdo, intervengo yo”
“Tengo también al doctor Corazón que pregunta por las emociones todos los días y da recomendaciones del tipo: ‘Todo lo bueno pasa, y lo malo también”
“A final de semana entrego unos bonos que valen por una buena pista en un examen, por una merienda especial en clase…, los van canjeando”
Serían bastante más inocuas las consecuencias de tal despliegue de inteligencia emocional de manual de autoayuda -y de los malos- si no fuera porque la escuela es otro, uno más, de los dispositivos de control y lugares de encierro de los que nos hablaba Foucault, ya por los setenta… que ya ha llovido y Mrs. Wonderful una de las carceleras encargadas de adaptar menores a un sistema enfermo emulando, en un entorno de enseñanza obligatoria, figuras represivas o de coacción como son la policía, lo políticamente correcto o recompensas más que cuestionables. Pero eso no le es suficiente, quiere tener el control absoluto y para eso tiene la figura del doctor Corazón, el cotilla manipulador que allana el camino a esta iluminada para acceder también a las emociones, sentimientos, temores y anhelos de su alumnado, dispensando a diario la dosis mágica que invisibiliza las carencias y problemas colectivos y sociales desviando la responsabilidad del fracaso al terreno individual con la frase motivacional que toque, según cómo cotice el índice de tendencias suicidas, si nuestro padre o abuelo nos ha estado tocado bajo la falda, de si el profesor de gimnasia ha aprovechado mi salto al plinto para tocarme el muslo o si en casa comemos todos los días huevos fritos porque no hay un euro y vamos a por otro invierno sin poder poner la calefacción… Imagino que para estos casos no se le ocurrirá al doctor de marras soltar remedios como el que nos cuenta en la entrevista “todo lo bueno pasa y lo malo también”… Porque ella lucha con denuedo por una sociedad más humana, igualitaria, justa y sostenible y afirma rotundamente que ahora su alumnado tiene suerte de ver encarnado en ella misma eso de “querer es poder” al ganar este premio. Abuela no debe tener, está claro. Hay personas que crean una marca de sí mismas y ya es un no parar, y lo que no debería pasar de ocurrencia -con la operación de blanqueado que son los premios- adquiere automáticamente la categoría de sistema, método o vaya usted a saber qué chaladura del coaching de turno. Al leer sobre este tipo de perfil, he recordado la comedia francesa “Las buenas intenciones. Cuando hacemos el bien ¿qué puede salir mal?”, bastante olvidable por el previsible giro buenista del final, en la que el ego de una trabajadora social está tan inflado que se trata de una auténtica depredadora de penurias y desgracias, adicta a las causas benéficas, manipuladora e imprudente.
Es tal la capacidad de propagación de este virus buenrollista, que a la ministra de Transición energética se le ocurre pedir a los oligopolios energéticos que tengan empatía hacia la sociedad en el asunto de los precios de la energía eléctrica. Varios de sus compañeros de partido deben andar aún por esos consejos de administración, donde previsiblemente acabará ella también. A dios rogando y con el mazo dando. Veremos en qué queda todo este turbio asunto, de momento los matones del cole ya han amenazado con cerrar centrales nucleares, tendremos que enviarles al doctor Corazón. Por cierto, el premio al mejor docente lo otorga Educa Abanca, fruto de la cohabitación entre Caixa Galicia y Caixanova… las cajas de ahorro, otra buena intención que acabó en desastre y el festival lo pagamos a escote. Feliz comienzo de curso pandémico y empático.