[LA OVEJA NEGRA] Greenwashing berciano en RTVE
GERMÁN VALCÁRCEL | Hace tiempo que el Bierzo agoniza víctima de una derecha política, social y empresarial extractivista, depredadora, trincona, reaccionaria y clasista, que tiene como levadura ideológica la religión católica, la moral tradicional, la nación española y el Estado autoritario (democracia la justa); una carcunda clasista, desigualitaria, imantada a los privilegios, pero también de una izquierda que convierte su presencia en las instituciones en plataformas de ascenso social y económico, mientras olvida para que fueron elegidos y elegidas.
Esa izquierda institucional y los colectivos sociales de su entorno ideológico reformista -la disidencia controlada- son los que han ayudado a implantar la dictadura de la teología neoliberal y la injusticia como norma, criminalizado cualquier resto de cultura emancipadora o simplemente contestataria, arrojando a las clases populares a una tumba donde también yacen los restos de ideas de progreso y sueños de utopía.
En el Bierzo casi todo el mundo conoce bien lo que ocurre en nuestro entorno -esto es poco más que un pueblo- pero traga. Traga porque en esta esquina periférica del Estado español enfrentarte y cuestionar a los poderes locales (políticos, empresarios y altos funcionarios) genera problemas. No hay contrapoderes, ni organizaciones sociales que cuiden de la salud democrática, y quienes lo intentan son estigmatizados. Por eso los responsables de tanto expolio y latrocinio ahí siguen, enquistados, impunes, aplaudidos y votados, una y otra vez, por una sociedad servil y postrada ante el poder. Aunque, a estas alturas ya deberíamos saber que la adulación y la falta de exigencia no lleva a ninguna parte.
La clase política (desde que los podemitas llegaron a las instituciones lo de casta solo lo usamos cuatro frikis) y sus voceros, han convertido la acción política en un espectáculo de entretenimiento que tiene distraída a la gente con cuestiones, la mayoría de las veces, irrelevantes. Cualquier chorrada les sirve, antes que hablar de las amenazas, causas y síntomas del duro escenario que se avecina: crisis energética, agotamiento de los recursos, implosión financiera, escasez de productos manufacturados, destrucción de los ecosistemas, caos climático, disrupciones sociales, violencia, falla del Estado. Nadie quiere hablar del colapso de la sociedad industrial-fosilista, ni de lo que va a suponer para nuestro estilo de vida.
Un buen ejemplo de manipulación nos lo ofreció un programa recientemente emitido por RTVE, El Bierzo: Adiós al carbón, volviendo a nacer, uno de esos programas “cercanos y amables” que se comparten en las redes sociales (¡¡¡mirad, mirad, salimos en la tele¡¡¡) pero que no es más que “greenwashing” -lavado verde- del expolio medioambiental pasado y futuro, y blanqueador de la miserable y brutal explotación humana que se esconde detrás del extractivismo carbonero, todo ello envuelto en un buenista relato “econeoruralista”. De los cientos, miles de mineros muertos o enfermos que fueron los cimientos de ese desarrollo económico que parece trajo la barbarie extractivista, apenas se dijo nada. Una vez más la historia de esta comarca se cuenta haciendo de la ocultación, el olvido y la falsificación del pasado el hilo conductor. Así se va construyendo la memoria colectiva de toda una Comarca.
Resulta difícil ser optimista en un tiempo que a lo único que invita es a reflexionar sobre el difícil futuro que nos espera
También se les pasó por alto explicar que la auténtica riqueza llegó, sobre todo, cuando a mediados de los noventa del pasado siglo los planes Miner empezaron a llenar de millones las cuencas y las cuentas de políticos, empresarios y sindicalistas que “los gestionaron” y las jugosas prejubilaciones los bolsillos de los mineros, lo que, ciertamente, les permitió vivir una vida digna, alejada de enfermedades o de la muerte. Pero la contrapartida fue hipotecar el futuro de sus hijos. Sacarles un billete para que emigraran en busca de otros horizontes. No, no fue la mina lo que trajo riqueza, fue su cierre pactado quien la logró, fue el Estado quien puso la pasta, ¿ya nadie recuerda los encierros, huelgas, manifestaciones y marchas para conseguirlo? Esas huelgas y ruidosas manifestaciones que tanto molestaban e indignaban a los clasemedianos bercianos de la época. Me temo que eso que llaman progreso y desarrollo económico fue para los de siempre. Para los mineros, y demás clase obrera, fue pan para hoy y exilio económico para sus descendientes. Casi treinta mil habitantes han perdido el Bierzo y Laciana desde la primera marcha del carbón, a principios de los noventa.
A los voceros y propagandistas de la moda victimista de la España Vaciada habría que pedirles que, en lo sucesivo, tengan más rigor y cuidado con sus programas propagandísticos y sus ocurrencias, para que no sirvan en bandeja argumentos a nuestros desarrollistas, esos que impulsan una vuelta de tuerca más al extractivismo y al neocolonialismo interior, ya sea mediante el despliegue de las mal llamadas renovables o con el turismo rural. Pedirles que hagan un análisis serio de la dinámica campo-ciudad en el capitalismo terminal intuyo que va a ser considerado un exceso.
Aunque me había propuesto intentar limar mis brusquedades dialécticas y mi falta de tacto a la hora de escribir y describir la realidad que me rodea, creo que es necesario desenmascarar a los defensores de la cultura política tranquilizadora, responsable de la castración intelectual y política de las clases populares. Es el papel de los reformistas buenrollistas que anestesian a los de abajo hablándoles de esperanza para seguir instalados en sus posiciones de privilegio. A pesar de los, cada vez más evidentes, atropellos todavía se dedican a repetir -como si de un mantra se tratara- que debemos ser optimistas.
Resulta difícil serlo en un tiempo que a lo único que invita es a reflexionar sobre el difícil futuro que nos espera. No es difícil ser pesimista, y hasta sombrío, cuando en tu fuero interno empiezas a intuir que, una vez más, nos tocará poner nuestra sangre si queremos frenar la barbarie.
En este momento histórico no debemos, no podemos, seguir dejándonos engañar por los envoltorios de colorines de las cajitas vacías que salen en las pantallas de plasma. Los mamporreros del poder siempre encontrarán un espacio donde soltar su bazofia buenista y buenrrollista. Pero si queremos salir con el menor daño de lo que se avecina, es necesario dar voz a los mudos, oído extra a los sordos y tener una mirada tan inquisitiva e intemporal como la que describe el poeta gallego Celso Emilio Ferreiro: «Uno busca la verdad, / por todos los caminos, bajo las piedras, / en las raíces oscuras de las miradas / más allá de espumas y crepúsculos»
PD. En estos tiempos de ruinas ideológicas servidor sigue esperando que cualquiera que disienta de lo aquí expuesto, lo haga con otros argumentos que los que suelen salir de la torpe mente de algunos reconocidos loros del reformismo berciano -sectores socialdemócrata, ecologeta, incluso alguna feminista- que tienen por norma recurrir a la mentira, el insulto y la descalificación personal cuando se ven incapaces de refutar.