[LA PIMPINELA ESCARLATA] Olegario Ramón, geógrafo de honor
EDUARDO FERNÁNDEZ | Por la foto, lo que sea, si es por un minuto de tele, más. Ya saben ustedes, sufridos lectores, que por no haberse querido uno especializar nunca en algo sensato, se ha dedicado al amateurismo en varias disciplinas. Claro está, uno no puede reclamar para sí mismo la elevadísima calificación de experto en planes estratégicos, estrategia planificadora, planificación cósmica e innovaciones por el estilo, como quienes capitanean los planes estratégicos de Ponferrada. Lo digo con confesada envidia de quien creía haberse preparado para eso y no llega. Contengo la respiración hasta ver la presentación mundial del plan estratégico de los concejales del equipo de gobierno, que se va a tener que hacer en el Toralín ante la demanda de entradas.
A lo que sí he llegado es a colegiarme en el Colegio Oficial de Geógrafos, corporación colegial que hace lo que puede por dignificar la profesión y por evitar el intrusismo profesional. Deseando evitar el bochorno de que el alcalde de Ponferrada pudiese merecer reproche alguno por amago de intrusismo al ser la instancia oficial que aclara urbi et orbe en Televisión Española la lejanía entre Ponferrada y Castilla-La Mancha, he pensado la estrategia contraria, en la que espero ustedes me acompañen intensificando una justísima campaña de recogida de firmas en favor de que, por semejante servicio a la ciudad, en el Colegio de Geógrafos pudiéramos declarar al alcalde geógrafo de honor. No he tenido el placer de ver en el programa de TVE al periodista Fede Arias, contrito hasta la carne viva y la lágrima, ser disciplinado por el alcalde como si fuese Coco en Barrio Sésamo. Y ahora, queridos niños, vamos a aprender la diferencia entre cerca y lejos. Torre de la Rosaleda, la más alta de… Ponferrada, cerca, Castilla-La Mancha lejos.
Es probable que con tan insigne ayuda para dilucidar las más enrevesadas controversias geográficas en España pudieran sobrar la Real Sociedad Geográfica y el Instituto Geográfico Nacional; basta con acudir al despacho de la alcaldía de Ponferrada y te lo aclaran todo: que por dónde va la linde entre Peleas de Arriba y Peleas de Abajo, por Génova 13; que dónde cae Villapene, por Lugo; que a cuánto queda Meadero de la Reina de Chiclana, a un par de baches, como entre Dehesas y La Martina; que de qué latitud caen los pagos raros a Podemos, de Venezuela; que si a Candín se le puede llamar Ancares, hombre, no me pregunte a uno de Fornela. Además, ni Churchill era geógrafo, lo que evita comparaciones odiosas. Y como Rousseau decía que la fe es cuestión de geografía, se sostiene la fe en que algún día van a conseguir que Ponferrada esté limpia y las baldosas no salten. Fe es creer lo que no vemos, decía el catecismo del padre Astete y sigue diciendo el catecismo olegariano.
Los geógrafos sirven para mucho: para saber cuándo van a caer las ramas de los árboles del parque del Temple para denegar permisos para fiestas a las asociaciones vecinales menos dóciles; para saber qué se hace en el área de Territorio Inteligente -que parece haber en el ayuntamiento- y que es ignoto para el común de los que pagamos tasazos no inteligentes y pasamos por baches no inteligentes; para aclarar a la Confederación por dónde va el río Sil para que puedan terminar una obra que empezó con la anterior corporación y quieren vender como nueva; para saber cómo orientar un banco carísimo en mitad de un puente para que nadie vea desde ahí el castillo; para señalar los socavones delante del colegio de Navaliegos para que tiernos infantes y demás familia no se esnafren al ir al cole; en fin, que un geógrafo vale para todo y el alcalde se ha montado un aló presidente con reportero de la tele para desmentir el misterioso traslado de la torre de la Rosaleda a Castilla-La Mancha.
Estoy seguro de que vamos a obtener el respaldo suficiente en el colegio para proclamar al alcalde geógrafo de honor; lo estoy porque en el equipo de gobierno han hecho un sondeo para ver la satisfacción con semejante empeño y da más respaldo que las obras de Gómez Núñez, que ya estaban próximas a un nivel de unanimidad profesional, como de comité federal. Al fin y al cabo, cada vez hay más vecinos que creen que la forma de gobernar de los socialistas ponferradinos hacía suyo el pensamiento de un padre de la Geografía, Heródoto, es más fácil embaucar a muchos juntos que a uno solo, aunque se vaya deshaciendo el idilio barrio a barrio.