Intervención de Podemos en el Día de la Constitución
Nos encontramos hoy aquí para conmemorar la ley de leyes, la norma suprema por la cual deberían regirse todos los poderes públicos y las políticas de este país. Una Carta Magna que cimentaba los pilares de la nueva España que nacía tras la infame dictadura instaurada en nuestro país tras el golpe de estado militar perpetrado por los traidores a la patria y a la democracia.
Sin duda, la promulgación de la Constitución española fue un hito que marcó un antes y un después en la historia de este país. No olvidamos a todas aquellas y aquellos compatriotas perseguidos, torturados y asesinados por defender la democracia, los derechos civiles y la libertad. Ellos y ellas fueron quienes devolvieron la democracia a España y a quienes todos los demócratas debemos honrar un día como hoy.
Ser demócrata significa por definición defender un estado antifascista, antirracista, laico, feminista y combatir la xenofobia, la aporofobia, la LGTBIfobia y todo tipo de discriminaciones tal y como reza el artículo 14 de la Constitución. Quien no comparta estos valores no es un demócrata. Lamentablemente, y esto también ha de ser señalado un día como hoy, en los parlamentos y especialmente en últimos tiempos con la entrada de la extrema derecha en las instituciones, todos y todas hemos sido testigos de su odio y de los discursos que atentan contra los principios constitucionales de igualdad y no discriminación.
Hace hoy 43 años se ratificaba la Carta Magna, nacida para blindar los derechos, los consensos sociales y poner las bases de lo que debía ser la nueva España demócrata. Es imposible no reconocer la relevancia de ese hecho y la importancia del proceso constituyente. Creo que absolutamente nadie en este país lo pone en duda ni le resta un ápice de valor. Pero conmemorar lo que significa y lo que significó la Constitución para los derechos y libertades de este país no puede consistir en hacer un discurso vacío y carente de autocrítica una vez al año y permitir que se obvie el camino que queda por recorrer. Debemos ir más allá. Es nuestra responsabilidad como servidores públicos reivindicar, trabajar y demostrar día a día que nos debemos esa España moderna, libre y democrática que comenzábamos a vislumbrar en el 78 y para la cual, la Constitución supuso únicamente un punto de partida desde el cual avanzar y comenzar a tejer la España que anhelábamos.
En la actualidad, cada vez somos más los ciudadanos y ciudadanas que demandamos un proceso de profundización democrática. Que nos damos cuenta de que, afortunadamente, ya no nos encontramos en un periodo tan inestable de nuestra historia como en el que nos hallábamos en 1978 donde hacía tan sólo tres años de la muerte del dictador y cualquier paso en falso podía suponer el desplome del proyecto democrático. Ya no estamos en ese punto y hay que analizar la constitución con la perspectiva democrática que nos han dado los últimos 43 años.
Lo que cada vez más ciudadanos y ciudadanas decimos es que, tal y como reconocen los miembros fundadores de la constitución, en aquel momento hubo que hacer muchas renuncias democráticas, tragarse muchos sapos y que dejar muchas cosas en el tintero para que los franquistas y las fuerzas reaccionarias de este país firmasen ese acuerdo de paz que nos haría transicionar desde la dictadura hacia la democracia. Pero han pasado 43 años señores y señoras y la constitución no puede ser un convidado de piedra en nuestra democracia actual sino que debe acompañar a su pueblo, actualizarse, renovarse y estar en permanente avance democrático y social para que la recién nacida democracia del 78 se convierta en una democracia madura, plena, robusta, inquebrantable.
Y para ello, repetimos, la Constitución no puede ser un convidado de piedra en nuestra democracia o el instrumento que avale y legitime algunos los aspectos más reaccionarios del pasado como son los aforamientos, la monarquía, la inviolabilidad del jefe del Estado, el injusto sistema electoral, la intromisión de la iglesia católica en los asuntos del Estado o la nula separación de poderes existente que dan lugar, por ejemplo, a atentados democráticos como tener que aguantar que cargos del Partido Popular se jacten de “controlar por detrás la sala segunda del Tribunal Supremo” que, casualmente, es el órgano constitucionalmente competente para enjuiciar a los aforados diputados, senadores y miembros del Gobierno de España.
El proceso de avance democrático que reclama este país no consiste sólo en eliminar los vestigios de la dictadura de la constitución sino en ahondar en el proceso de profundización democrática iniciado en el 78 para que los derechos ciudadanos que reconoce la constitución a nuestro pueblo se hagan efectivos.
El derecho a la salud, a la educación, al trabajo, a los salarios y las pensiones dignas, a la vivienda, a la cultura, a un medio ambiente sano o la libertad de expresión… Son derechos que se les reconocen a los ciudadanos y ciudadanas y que, sistemáticamente, están siendo vulnerados en nuestro país.
Desde Podemos consideramos que no hay mayor honor ni homenaje que se le pueda hacer a la Constitución que avanzar en el estado de bienestar y de derecho que le dio origen y donde la diversidad, la pluralidad y la identidad de sus pueblos sea respetada y valorada.