[TRIBUNA] José Luis Prada, ejemplo y modelo del buen hacer
MANUEL I. CABEZAS | En el Bierzo —comarca sita al noroeste de la provincia de León— hay un personaje singular (i.e. único, extraordinario), José Luis Prada, creador de la marca del buen hacer, “Prada a Tope”. Esta marca se ha materializado tanto en dos restauraciones-resurrecciones inmobiliarias (La Moncloa de Cacabelos; y el Palacio de Canedo), como en la elaboración de productos (vinos, licores, conservas, etc.) y en la comercialización de los mismos en sus esmeradas tiendas y restaurantes o, como le gusta decir a él, casas de comidas. Todo ejecutado según los cánones de la “calidad total”. Lo dicho, Prada ha predicado con el ejemplo y es modelo, donde los haya, del buen hacer.
Ahora bien, a Prada le quedaron pequeños La Moncloa y el Palacio de Canedo. Por eso, ha pretendido y pretende difundir su buen hacer a lo largo y ancho del Bierzo, para preservar la identidad berciana (costumbres y cultura), para promover el crecimiento de los pueblos, para respaldar la conservación y la restauración de su medio natural y de su patrimonio arquitectónico, y así crear un “locus amoenus”: un ecosistema que permita una vida mejor, más confortable y más placentera a los habitantes del mundo rural berciano.
Para ello, Prada concibió y creó, hace casi dos décadas, la “Fundación Prada a Tope”. Y desde ésta y con ésta, ha llevado a cabo una serie de actuaciones concretas. Por un lado, ha hecho surgir de la nada un “Bosque Didáctico”, que ocupa ya 8 hectáreas y donde se han plantado miles de ejemplares de 80 especies arbóreas distintas, principalmente del Bierzo, convirtiendo el lugar en un genuino y educativo jardín botánico. Por otro lado, también concede el “Premio Castaña de Oro”, con el que se reconoce la labor de bercianos y leoneses, de distintos ámbitos (deporte, periodismo, cultura, enología, gastronomía, etc.), que recorren el mundo y que no se olvidan de dar a conocer las esencias del Bierzo. Y, finalmente, convoca y organiza, desde hace 13 años, los “Premios Palacio de Canedo”, que pretenden contribuir a promover el crecimiento de los pueblos del Bierzo, restaurando, respetando y conservando su patrimonio arquitectónico tradicional.
En un principio, con los “Premios Palacio de Canedo”, se pretendió incentivar la restauración-rehabilitación de casas particulares por sus propietarios (Modalidad A). Ahora bien, ante la desidia de las administraciones públicas, que dejaban degradarse el patrimonio arquitectónico público y la imagen de los pueblos o que cometían crímenes de lesa arquitectura, la Fundación Prada a Tope extendió los premios a la restauración-rehabilitación de edificios y espacios públicos (Modalidad B). Y, para la convocatoria de este año, se han ampliado estos premios con uno nuevo, “Por tu pueblo” (Modalidad C). Con éste se quiere reconocer e incentivar las iniciativas y acciones de vecinos individuales o de colectivos que, sin esperar subvenciones ni reconocimientos oficiales, pretenden mejorar el ecosistema y la vida en las zonas rurales: adecentamiento, apertura o reapertura de sendas, caminos, nuevas rutas, etc.; limpieza y ornato de los pueblos; mantenimiento y limpieza de cunetas, regueros, regueras, ríos, etc.
Para los “premios Palacio de Canedo” de este año, el que suscribe presentó la casa de sus padres, que fue finalista, sita en Almagarinos y restaurada por José Marcos García. Por eso, fue invitado por la Fundación Prada a Tope a la entrega de los precitados premios, que tuvo lugar el 14 de octubre de 2021, en el “sancta santorum” del Palacio de Canedo: la bodega donde se crían y se miman los caldos de uvas Godello y Mencía.
El acto de la entrega de los premios y la posterior celebración gastronómica, aderezada con buenos caldos y mejores “boccati di cardinale”, fueron un nuevo ejemplo del buen hacer de Prada. Entre los parlamentos que acompañaron a cada premio —además de los consabidos “speeches”, en “langue de bois” de la casta política de alta cuna o de baja cama— quiero destacar el de Javier Pérez Andrés (periodista en medios de Castilla y León).
Dirigiéndose, primero, a J. L. Prada, le confesó: “Algo hemos hecho mal, Prada, porque, si después de los 30 años que te conozco, si después de los 12 años de premios —que pretendían sensibilizar a la población rural para con sus casas y sus cosas— sigues estando solo, algo estamos haciendo mal. [En efecto], ¿cómo se explica que un formato, un modelo tan perfecto siga estando sólo en las manos de la Fundación Prada?”
Y, luego, mirando fíjamente al presidente del Consejo Comarcal del Bierzo y a los alcaldes de Ponferrada, Bembibre, Carracedelo, Arganza, Torre del Bierzo e Igüeña, patrocinadores de los premios, les preguntó si no se les caía la cara de vergüenza al dedicar, entre todos ellos, sólo 14.000€, para alcanzar los objetivos y fines de la Fundación Prada a Tope. En efecto, con millones de euros de presupuestos municipales, es vergonzoso que los ayuntamientos precitados inviertan tan ínfima cantidad crematística para incentivar la restauración y la conservación del ecosistema berciano, deteriorado tanto por el paso del tiempo como por la desidia y abandono de particulares y de poderes públicos, y así convertirlo en el “locus amoenus”, tanto social como económico, ecológico, cultural, etc. Ante estas verdades del barquero, el alcalde de Igüeña, Alider Presa, pidió “un poco de tiempo”. ¿Para qué este tiempo muerto? ¿Para seguir haciendo dejación de sus funciones y despilfarrando el dinero público?, podemos y debemos preguntarnos.
Restaurar viviendas particulares y edificios públicos, y cuidar de los pueblos está muy bien. Y es digno de elogio tanto para los particulares y las instituciones que lo hacen como para La Fundación Prada a Tope, que convoca anualmente los “Premios Palacio de Canedo” para reconocerlo, premiarlo y potenciarlo.
Ahora bien, casas y edificios públicos restaurados y pueblos cuidados sirven de poco para recuperar el Bierzo, si no se instaura una política activa para revitalizarlo demográficamente y acabar con el Bierzo cada vez más vaciado y vacío. Por un lado, parando la sangría de la emigración e instaurando una política activa de retorno de aquellos bercianos, que están dando lo mejor de ellos en otras CC.AA. o en el extranjero. Por eso, también hay que “reparar y restaurar” la población. Y, por el otro, impulsando planes de actividad económica. ¿Dónde están los frutos de la riada de millones del Plan Miner cuyo objetivo era precisamente dotar al Bierzo de una alternativa al cierre de las minas de carbón? ¿Dónde ha ido a parar el maná europeo que llegó al Bierzo y que se malgastó?
Nadie es más que nadie y todos somos necesarios, con nuestras capacidades personales y competencias profesionales, para hacer que el Bierzo conserve y/o recupere su idiosincrasia, su ecosistema privilegiado, su cultura, su folclore, la vida económica, perdida con el cierre definitivo de las minas de carbón, y para que el Bierzo renazca, cual ave Fénix, de las cenizas del carbón. El ejemplo y el modelo del buen hacer ya lo tenemos: la marca “Prada a Tope”. Sólo falta que todos seamos humildes, honestos, hacendosos y “cavadorines”, como decía mi madre berciana.
© 2021-Manuel I. Cabezas González
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