[LA OVEJA NEGRA] Lo que la información esconde
GERMÁN VALCÁRCEL | El grado de indefensión de ese paraíso sensorial que son los Montes Aquilanos y el Valle del Oza merece un capítulo en cualquier tratado que se elabore sobre la doble verdad y el doble lenguaje que utilizan los políticos locales, cuando quieren colocarnos alguno de sus fraudulentos productos.
Por eso, cuesta creer que quienes han abandonado a su suerte esa zona rural puedan ser los que la vayan a sacar de la desolación, no es que dude de su habilidad ni de su inteligencia, de lo que dudo es de sus pretensiones y de su credibilidad. Es el escepticismo que bordea las buenas intenciones del que nunca fue capaz de demostrarlas. Es la desconfianza de quien ha visto cómo las protectoras leyes medioambientales en vigor llevan las trampas incluidas o no son aplicadas por quien debería hacerlo, para así poder convertir, rápidamente, en un parque temático de pago la zona, que es lo que realmente desean, una vez permutada su población de aborígenes periféricos por domingueros y turistas.
El despoblamiento tiene efectos ambientales incuestionables, por eso las más precisas tesis conservacionistas no defienden exclusivamente la preservación de hábitats naturales o de determinadas especies animales o vegetales. El medio ambiente correctamente interpretado (no manipulado por el expoliador y destructor capitalismo) incluye al hombre, su cultura y su historia como un elemento más de la naturaleza, lo cual es totalmente incoherente con apoyar para el Morredero el desfasado, destructivo e insostenible proyecto –tanto ambiental como económica y energéticamente– que nos quieren vender como solución, cuando no es más que despilfarro y destrucción, lo único que saben hacer bien los representantes políticos institucionales,
El proyecto niega a la vez el presente y el porvenir a un espacio que es un lujo y un privilegio para los habitantes y visitantes de esta comarca. Un privilegio que permite disfrutar de tardes apacibles con olor a monte y un lujo en tiempos en los que la defensa de la belleza y la armonía parecen despertar sospechas.
A don Olegario Ramón, alcalde de Ponferrada, y a su equipo de gobierno le empiezan a marcar el camino. Todo ha comenzado con una acción coordinada de chantajismo político y manipulación informativa, orquestada entre el medio de comunicación del múltiple imputado, el gurtélido empresario “enredador” (el mismo que gestiona la empresa de autobuses locales y a la que, con posterioridad a la supuesta información, nos enteramos de que le van a ampliar la concesión durante unos dos o tres años más), y los representantes de la Pandilla Putrefacta en el Consistorio ponferradino que, una vez más, pretenden vendernos a la ciudadanía mercancía averiada; para ellos las leyes o directivas europeas en forma de ZEPA, LIC o Red Natura 2000 no son nunca obstáculo, estas gentes y los suyos solo buscan saciar su hambre de especulación, porque, no nos engañemos, las derechas siempre prescindieron de ética, leyes y escrúpulos, como muy bien tienen demostrado, para ellos el negocio siempre es lo primero. Para eso va en sus listas don Carlos Cortina, uno de esos emprendedores empresarios bercianos, magnífico representante del capitalismo de amiguetes, siempre adherido al poder, asi entienden hacer negocios. Poco ha tardado en hablar de lo suyo, un mes desde la toma de posesión como concejal.
El asunto comenzó el pasado día ocho de julio con un editorial y un amplio reportaje en las páginas del Bierzo de uno de los potros de tortura –el Diario de León– que el multienredado empresario utiliza para doblegar la voluntad de los políticos. La información iba firmada por uno de sus más reputados “periodistas de investigación” (si desean conocer cómo trabajan estos mercenarios del periodismo, el actual jefe de prensa del Ayuntamiento ponferradino escribió un ilustrativo testimonio autobiográfico de cómo funcionan estos intoxicadores en Adiós gracias a Dios) que el decano provincial de los medios de comunicación tiene en la comarca, en la que nos daba cuenta del abandono, con fotografías del interior de las instalaciones incluidas, al que estaban sometidas la ilegales instalaciones del Morredero. En la información, se dice “las instalaciones, propiedad del Ayuntamiento de Ponferrada, se encuentran completamente abandonadas después de gastar en ellas dinero público. El último remonte estrenado supuso una inversión de 102.172 euros pagados por la empresa municipal ponferradina Pongesur. Una instalación nueva que ha perdido ya cableado eléctrico, debido a la actuación de la rapiña para revender el cobre”. Dando pistas a los ladrones de donde hay tajada.
Cinco días después el trece de julio el mismo periodista nos informa, bajo el titular “El Ayuntamiento actuará de urgencia en el Morredero para no dejarlo perder”, de algo muy significativo, cuando el concejal responsable, don Pedro Fernández, nos dice: “No tenemos ni la llave (uno se pregunta cómo el periodista pudo acceder al interior de las instalaciones para sacar las fotografías que acompañaban la primera “información”), porque al final hay parte que no es ni municipal; entones tenemos que ver cómo actuamos y estamos buscando por todos lados, en un momento en el que también tenemos otras urgencias que nos tienen un poco atados”.
El siguiente paso lo dio el portavoz de la Pandilla Putrefacta en el Consistorio ponferradino, don Marco Morala, acompañado, cómo no, por el inefable emprendedor Carlos Cortina, solicitando al nuevo equipo de gobierno un plan estratégico para la ciudad que permita sentar las bases para fomentar la creación de puestos de trabajo (el comodín que tapa toda la basura argumental de estos personajes) entre cuyas medidas se encuentra, otra vez, la defensa de los espurios intereses de su concejal. Esperemos que el señor Morala sea capaz de controlar a la horda de “jabalíes” que rodea a su concejal, dedicados a intentar amedrentar y amenazar, de momento solo en las redes sociales (pantallazos tengo), a todo el que discrepa de sus planteamientos.
Las derechas siempre prescindieron de ética, leyes y escrúpulos, como muy bien tienen demostrado, para ellos el negocio siempre es lo primero
En dicha comparecencia ante la prensa, don Marco Morala exigió al equipo de gobierno que habilite una partida de 24.000 euros para un Evaluación de Impacto Ambiental, después de haber desistido, el pasado veinticinco de septiembre, de la realizada –e impugnada por una decena de organizaciones ecologistas– en 2010 por el entonces alcalde Carlos López Riesco. Como podemos comprobar, para el PP y para el emprendedor concejal el Morederro es un negocio de lo más jugoso. Una vez más una propuesta hecha a imagen y semejanza de los dictados del pensamiento único neoliberal que la sustenta y que soslaya las cuestiones de fondo para instalarse en la cómoda superficialidad que ofrece la sobreinformación. Nunca se gastó tanto dinero, durante las últimas décadas en publicidad y estudios inútiles –Agenda Local 21, Estudio para la Aplicación de Medidas de Restauración y Conservación de los Montes Aquilanos, Plan de Ordenación de los Montes Aquilanos, Plan especial del Moorredero (pagado con fondos públicos y presentado a bombo y platillo por el ex alcalde López Riesco en la Casa de la Cultura, con el ínclito Cortina sentado a su vera), estudios de Impacto Ambiental–, no porque sean inútiles en sí mismos, sino porque nadie les hace puñetero caso, pero sobre todo porque ninguno ha osado cuestionar el instrumento fundamental en la ordenación del territorio a nivel municipal, el PGOU.
Tal vez por ello ha llegado el momento de que desde el equipo de gobierno se haga una auditoria que explique a los ciudadanos la cantidad de dinero público que se ha ido por los desagües de la corrupción, y del amiguismo, en este tema concreto. Seguramente el señor Cortina puede ayudar a conocer el destino de algunas partidas, como aquellas dos subvenciones finalistas que la Diputación concedió para que pudieran seguir los negocietes ilegales, las instalaciones del Morredero lo son, de las gentes del PP. Una vez conocido el importe poner también sobre la mesa lo que se lleva invertido en mejorar la calidad de vida de los habitantes de la pedanías del sur del Municipio. Seguramente algunos se escandalizarían. Si el actual equipo de Gobierno fuera coherente con alguna de sus manifestaciones tomaría la segunda de las alternativas recogidas en el actual “Documento Inicial del Proyecto de Estación de Montaña”: la eliminación de las infraestructuras existentes.
Estos personajes suelen argumentar, entre otros falacias y negaciones como el cambio climático, que la Estación de Montaña serviría para fijar población en las pequeñas aldeas de los Aquilanos. Pues bien, repasemos algunos datos de las dos más afectadas: Peñalba y San Cristóbal de Valdueza. En el año 2002 la primera tenía 29 habitantes, en el 2009 cuando dejó de funcionar la supuesta estación de esquí –tras un nunca aclarado accidente– había bajado a 20, actualmente 15, según datos recogidos en el momento de escribir esta columna de la web municipal, a pesar de haber invertido en dicho pueblo, las distintas administraciones públicas, cientos de miles de euros en convertirla en uno de esos destinos turísticos vacíos de vida real, pero proclamado uno de los pueblos más bonitos de España. En el otro extremo se encuentra San Cristóbal de Valdueza donde la apuesta, desde 2008, por parte de su Junta Vecinal, de anteponer la calidad de vida de sus habitantes a los negocios de los especuladores de turno ha dado otros resultados.
En el año 2002 esta pequeña localidad tenía 50 habitantes con un continuado declive, hasta el uno de enero de 2009, donde quedó reducida su población a 38 personas, precisamente la época donde la presión de domingueros y turistas convirtió en invivible la pequeña pedanía, para desde ese año, cierre de las instalaciones, iniciar una recuperación que alcanzó su cénit en 2015 con 53 habitantes, actualmente están empadronados 50. Eso sí, actualmente no hay bares ni tabernas, sus antiguos propietarios se han jubilado o muerto y el sobredimensionado negocio hotelero, nacido de una de las múltiples irregulares chapuzas urbanísticas de la era López Riesco se encuentra lógicamente cerrado. Seguramente la calidad de vida, el respeto por el entorno y las costumbres de los pueblos no tiene nada que ver con la visión mercantilista de los carroñeros de costumbres refinadas que solo buscan el beneficio propio, expoliando y apropiándose de los bienes comunes, y despojando de ellos a sus legítimos dueños.
Mientras ustedes: leen o escuchan, en los medios de manipulación local, al portavoz de la PP y a su concejal responsable del ecocidio del Morredero, se les redondean los mofletes y el ego con opiniones cocidas a fuego de eslogan y nos proponen acciones que dictan intereses adulterados; otros preferimos hablar de sostenibilidad en sustantivo, en vez de utilizar tal concepto como adjetivación del mítico desarrollo que siempre camina parejo al insostenible crecimiento, y que ha conducido irremediablemente al expolio y abandono a su suerte de nuestro entorno rural y de las personas que en él viven.
Seguramente, los escasos moradores de esos pequeños pueblos donde las horas todavía se deshojan, tal vez sientan, entre la indiferencia, el asco y el miedo, que lo que algunos llaman desarrollo es solamente un nuevo método de arrasar la hierba, de arrancar de raíz la última planta aún viva, de colonizar las conciencias, de vaciarlas.
Por ello, al actual equipo de gobierno convendría recordarle aquello que escribió André Gorz en Ecología y libertad: «Todos aquellos que en la izquierda se rehúsan a abordar el tema de la equidad bajo la perspectiva de los límites del planeta demuestran que para ellos el socialismo solo es otra manera de mantener las relaciones sociales actuales, de mantener el actual modo de vida consumista e insostenible».