[LA OVEJA NEGRA] Año nuevo, las mismas viejas falacias
GERMÁN VALCÁRCEL | Confieso que me apetecía, en este primer día del año, veintiocho aniversario del levantamiento zapatista, hablarles algo de su lucha y de su resistencia, sobre todo después de haber participado recientemente en el recibimiento de una delegación de mujeres zapatistas en su visita a la Comarca Circular. Pero escribir en un medio digital ubicado en la capital del Bierzo me genera la obligación -autoimpuesta- de escribir sobre el último pleno municipal del ayuntamiento ponferradino, donde se aprobaron los presupuestos del próximo año.
Todos sabemos que hurgar en la mierda mancha y la mediocridad es más contagiosa que esa variante covídica, azote de inoculados, llamada ómicron. Pero en la Selva Lacandona aprendí, de esos indígenas chiapanecos, que la única forma de resistencia, la única alternativa a la miseria ética en la que estamos instalados, es la lucha contra la mentira y la construcción de la dignidad en una sociedad que la niega. Por eso creo que, ya que tengo el privilegio de disponer de esta tribuna, es mi obligación que la utilice, también, para expresar mi opinión, reflexionar y denunciar lo que mis cortas entendederas ven en mi entorno más cercano, aunque me resulte cada vez más incómodo.
Para hacerlo, he tenido que tragarme el pleno del pasado día 30, en diferido, y me ha resultado bastante esclarecedor escuchar las patéticas y humillantes, para ellos, intervenciones de los socios minoritarios del equipo de gobierno, su entreguismo a quienes les están destruyendo políticamente, es desolador, a la vez que incomprensible, a no ser que escondan espurios intereses. Pero lo peor de digerir fue el fariseo, manipulador y mendaz relato de la portavoz del grupo mayoritario, a la que, a diferencia del señor alcalde, no le tiembla la voz cuando miente.
La portavoz socialista no dudó en emplear, de manera redundante, abusiva y sin venir a cuento, palabras como sostenibilidad, medioambiente, ecológico, verde, inclusivo, digitalización, modernización, eficiente, todo mezclado, para articular un relato vacuo y falaz que carece de relación con las políticas que están llevando adelante. Su descarada apuesta por el crecimiento, palabra que también utilizó de manera reiterada, deja sin validez toda la verborrea empleada.
La concejala de Hacienda lo que pretende, no ya solo como cómplice sino como ejecutora, es colocarnos la ideología conservadora del status quo dominante, algo que el social pancismo lleva haciendo toda la vida, mediante un relato de imagen “verde”, en el que sin necesidad de cambiar los criterios de gestión, ni los patrones de comportamiento que los originan, todo tiende a calificarse de “ecológico” y “sostenible”, ocultando y banalizando las contradicciones y daños ocasionados. Hasta el moño de tanta ñoñeria buenista que intenta tapar el expolio y dolor que sus políticas llevan adosadas. Cuánta hipocresía envuelta en bellas palabras.
Cualquiera que estudie esos presupuestos, con seriedad llega, rápidamente, a una conclusión deprimente, es puro marketing, ni apuesta por lo ecológico, ni por lo sostenible, ni por lo social, ni busca posicionar al municipio en un escenario de decrecimiento energético y poblacional al que inevitablemente está abocado, ni tiene en cuenta el escenario global al que nos vamos a enfrentar, no ya el próximo quinquenio sino antes de que terminen su mandato. Todo ello a pesar de que van a gestionar uno de los mayores presupuestos de la historia de la ciudad.
Una de las curiosidades del presupuesto está en el capítulo de inversiones que cuenta con 87 partidas dotadas con 10 euros (conozco de antemano como lo justifican), lo cual va a permitir todo tipo de argucias y enjuagues contables y presupuestarios, algo en lo que la banda que actualmente dirige el ayuntamiento ponferradino –política y administrativamente– son especialistas. Otra partida, la dedicada a órganos de Gobierno, de más de un millón de euros, no planteo ningún problema, ni siquiera a los grupos de la oposición, y eso que se les inflaman los mofletes hablando de gasto excesivo. Compárenla con los presupuestos de 2016, últimos aprobados antes de llegar al gobierno municipal la alianza más progre-bercianista y honrada de la historia de la ciudad. Entenderán el silencio.
Mientras la pandilla que gobierna la ciudad se regodea en su propia impotencia y mediocridad, Ponferrada se convierte en un desguace
A estas cosas se debe referir el señor alcalde, cuando, en las redes sociales, presenta a la concejala de Hacienda como responsable de “un trabajo riguroso e intenso, un lujo para nuestro equipo”. Es bien sabido que los “capos” suelen hablar muy bien de sus abogados y contables.
Si volvemos la mirada hacia el papel que ha jugado, en la aprobación de estos presupuestos, el ayatolá bercianista, y los piropos que, a cambio de ello, le han dedicado desde el equipo de gobierno, resulta entendible que a servidor le viniera a la memoria aquello que dijo, no sé si Nixon o Kissinger -referido a algún dictadorzuelo sudamericano de la época-: «Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta». No descarten que esa asociación de ideas sea consecuencia de tener algún ligero conocimiento sobre que opinaban del personaje antes de tener la baja del actual concejal no adscrito, ahora convertido en el saco de los calificativos y epítetos que antes reservaban para el ayatolá.
Si la concejala podemita fuera tan leal con sus votantes como con quien le concede el magnífico sueldo que cobra, tal vez, en vez de cargar la tintas a la hora de repartir agradecimientos, revelaría lo que el alcalde y sus serviles concejalas y concejales decían de quien, al inicio del mandato, ella prefería de socio, previamente que al preso de Mansilla. Lo que en sus años jóvenes decía el otro socio minoritario, don Iván Alonso, mejor que hablen las traicioneras hemerotecas, a servidor le abochorna incluso recordarlo, cuando con su voto ha ayudado a enterrar la basura de Pongesur. No soy conocedor de si el abogado madrileño Ángel Galindo (abogado de aquella plataforma llamada Salvemos Ponferrada, y el hombre que levantó la liebre del caso Gürtel) es conocedor de lo votado por el señor Alonso, pero estoy convencido de que, cuando lo sepa, no se sentirá demasiado sorprendido, dada la trayectoria que el actual portavoz de Coalición por el Bierzo ya mostró durante aquel viejo y ya olvidado contencioso. Este cúmulo de circunstancias explica, también, uno de los motivos de que, sobre lo que había en las cloacas de Pongesur, nada hayamos sabido a la hora de su disolución. En este caso, el pasado queda bien enterrado y “la nortada” no levantará ni una mota de polvo de esa tumba, como no la levantó de la del Mundial de ciclismo. No olviden que el ayatolá, y algún que otro exfuncionario municipal, participó de las fiestas de los años de bonanza en esa cueva de Ali Baba.
Mientras la pandilla que gobierna la ciudad se regodea en su propia impotencia y mediocridad, Ponferrada empieza a convertirse en un desguace, asfixiada por la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, por la angustia de carecer de futuro, con sus órganos de gobierno en manos de carreristas y burócratas alimenticios que ahora meten mano a la caja con absoluta transparencia y con la ley en la mano, pero con la misma carencia de escrúpulos que algunos de sus predecesores, eso sí, estos sin transparencia y al margen de la ley.
Sin pasado y sin porvenir, el tiempo queda en manos de un presente que es hijo de todas las derrotas, fracasos y traiciones que las fuerzas emancipadoras sufrieron en el siglo XX y de la dificultad de construir esperanzas transformadoras para el XXI. Habrá que aprender a vivir con la derrota individual y colectiva en la memoria con la desesperanza y la rabia, e impotentes ante la inexistencia de futuro, víctimas de la codicia e insolidaridad que nos asola.
Necesitamos encontrar un andamiaje ético y argumental, para escapar de estos mediocres clasemedianos que, como sostenía el autor de ese magnífico libro, intitulado Mediocracia, el francocanadiense Alain Deneault: “la mediocracia nos anima, de todas las maneras posibles, a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante”.