[LA CAMPAÑA DEL RIF] El ‘coronelo’ sí tiene quien le ‘desescriba’
AB EL-KAÍN | ¡Ay Juan Carlos, Juan Carlos! con lo bien que estaría por Dubai sin tener que pastorear bercianos, tanto como lo está su tocayo, el emérito, de sobrante, comiendo langosta y descansando de los excesos. Igual entiende que no es el momento porque sabemos que no se arredra y cumple en las artes el cortejo, y ahora le toca seducirnos con vaselina genovesa mientras nos habla de amor para no hacernos traumático el trance. Conste que es fortuna regalada al personal toparse asiduamente con su grácil y fina estampa, caballero de fina estampa. Todo un lujo para Carracedelo y sus pedanías de regadío poder presumir de la cercanía de un auténtico dandy cazurro que es especie altiva como el urogallo y escasa como el gamusino
Ese es el punto pelín preocupante de este hombre que cuando escucha los cantos celestiales a su persona se transfigura y, como el cabo austriaco que al escuchar a Wagner le daba por invadir Polonia, no puede resistirse a arrasar con la arboleda, calcinar los neumáticos del parque móvil o entregarse a cualquier otro post grado de piromanía avanzada. No pasa nada de nada, todos los grandes hombres tienen debilidades, la suya afortunadamente no es de chisquero que quema cuatro pinares hasta que llega la UME. Le va más la incineración a largo plazo de chimenea y consejo de administración, la solución para acabar de golpe con el ecosistema caduco; con dos cojones se talan los robledales que aburren de lentos, a se plantan, replantan y requeteplantan eucaliptus, y si los ecolojetas se quejan de destrozo a la fauna se importan koalas y punto.
Al fin tenemos un político resolutivo que no se para en barras ni cuando se trata de salvar el sistema de comunicaciones apañando una carretera del páramo; ahí es donde da la talla… pim pam, hacemos el traslado, macho, y adelante. Poco que objetar y ante ese poco se va arriba y en un arrebato Luis XIV, Pañuelín, descoloca al socio del patatero con esa afirmación para la eternidad l’administration c’est moi. Pañuelín es Juan Carlos en la intimidad familiar del confeso y la reina de las golosinas; a él debe gustarle el mote porque nunca dejó de asistir a los convites de la famiglia.
Tolerante que es con las cosas del oficio, hay que reconocerlo de quien acepta de buen grado ser un gentleman para la prensa como un rodolfolangostino para las cantinas. Don Juan Carlos repite a Cortes como número uno y lo tiene chupado, pero tiene clavada la espina de que le han descabalgado al amiguete pericoloso que había colado. Ya se sabe que los Juancarlos son incorregibles con los amigotes que siempre se aprovechan para navegar por aguas turbulentas y cazar a su sombra.
A Raúl Valcarce no lo echaron, decidió renunciar para dedicarse a sus vecinos, según confirma de fuentes bien informadas el decano, que no es sospechoso de contar bolas como hacía Hearst con la guerra de Cuba. La versión de que le dieron puerta es cosa de la canallesca que saca punta donde no hay mina para cebarse con un prohombre que alucina con su resiliencia a la peña. Un enigma las buenas migas que se gasta este rural trepador con el atildado consejero, hay apuestas si será por su cerebro privilegiado o por su un morro de cemento, igual la cosa es más simple y solo es que al bueno de Don Juan Carlos le obnubilan las francachelas.
Nadie entendió que Don Raúl no se auto amortizara de la política para meterse a cartujo cuando estalló el escándalo de la Coronela. Suceso que visto con perspectiva convierte en una peccata minuta a la mayoría de los delitos de odio que inundan los telediarios. No es que fuera Puerto Urraco pero sí lo bastante repugnante para figurar con todos los merecimientos en la crónica más triste de la España negra.
¿Que qué paso con aquel vomitivo suceso? Pues lo de siempre, carpetazo judicial y a otra cosa. Casualmente en aquellos tiempos el Juez Decano de León y también miembro de la Sala de Gobierno del TSJCyL, era D. Juan Carlos que no apreció mayor insidia en tal perrería como para evitar estrechar lazos con un entorno tan preclaro defensor de los derechos humanos. La historia y la ficción están llenas de relaciones fronterizas, qué son sino la hermosa amistad de Rick y el capitán Renault, la inquietante de Villarejo con media España, o la del propio tocayo de Don Juan Carlos con recauchutada Corina, flechazos humanos de las que nadie se libra.
Han tenido que ser sus compis del partido, en una acción que los dignifica, quienes han desescribido al coronelo de la lista y lo han metido en la nevera. Van a ganar de calle, no es difícil de acertar cuando el propio sistema nos da a elegir entre Kiko y la Pantoja y ahora toca más de lo mismo. Escuché una vez que hacer política en Castilla era comerse un rebaño, hacerla en el Bierzo es obligar al común de la gente a tragarnos un quintal de sapos. Vienen buenos tiempos para Pañuelín, el nuevo jinete del apocalipsis cabalga disfrazado de verde, sostenible y apañable; y ya le están montando una pasarela a su gusto entre chimeneas, supermolinazos eólicos y desbarrahuertos solares para que nos siga deslumbrando con su prestancia por muchos años.