[LA OVEJA NEGRA] Ecología progre-bercianista
GERMÁN VALCÁRCEL | Una de las razones por las que escribo esta columna, aparte de liberar de mi prisión craneal la impotencia que me ocasiona el misérrimo entorno sociopolítico en el que vivo, es intentar metabolizar la estulticia que me rodea, pero estoy descubriendo que lo más peligroso que podemos hacer los que escribimos opinión política -ocupación nefasta en el Bierzo- es describir lo que tenemos frente a nuestra cara.
Pero a veces ocurren cosas que, por motivos meramente sentimentales, obligan a posicionarse, sobre todo cuando constatas que, una vez más, los integrantes de la industria de la representación política se convierten en maestros de la impostura, artesanos del engaño y mistificadores de la realidad.
Sin ir más lejos, ahí tienen al equipo de gobierno municipal de Ponferrada, donde la mayoría de sus miembros se dedican a esas estrategias que tan bien ejemplifica el concejal de medioambiente y urbanismo de don Olegario “Churchill”. Un concejal incapaz de solucionar los graves problemas medioambientales del municipio, entre ellos la recogida de basuras, pero sí de doblegarse y consensuar con el fascismo “voxista” ponferradino (negacionistas del cambio climático, a pesar de lo evidente) ese despropósito que van a llamar “estación de montaña” en el Morredero.
Si algo caracteriza a los pesoistas es su capacidad de llevar adelante cualquier enjuague, antes que buscar soluciones a los problemas medioambientales reales. A esta gente les molesta que les hablen de regeneración de ecosistemas, o de ganadería extensiva, aunque le gusten los chuletones al punto. Todo lo más preguntarán si eso se puede colgar en las redes sociales. En realidad, en estos casi tres años, han dejado claro que son incapaces de solucionar ninguno de los problemas que padecemos. Por eso resulta tan irritante el postureo eco progre, aunque ya no sorprende.
Nos dirán que, con actuaciones como la que pretende sacar adelante en ese espacio de los Montes Aquilanos, estimulan la economía de la zona y fijan población. Pero la evolución de la población en pueblos como Peñalba (desde 2008 ha perdido casi el 40% de su población) y Montes, los dos emblemas turísticos de la zona, los desmiente. Como también lo hace el significativo cambio de tendencia habido en el censo de la aldea más afectada por el capricho clasemediano del Morredero. Desde el cierre de la estación de esquí, San Cristóbal de Valdueza, convertido actualmente en un lugar donde sí se puede vivir, no en un parking para las hordas domingueras, ha aumentado su censo en casi un 50%, uno de los núcleos de población que más ha crecido en la zona.
Lo que no sabemos es si el susodicho concejal de medioambiente adquirió su puesto por ser ex secretario general del social pancismo ponferradino, por su condición de ex cura o por la de conseguidor de fondos Leader. Conociendo cómo funciona la primera autoridad municipal, seguramente todo le ha ayudado y explica por qué sus programas de protección medioambiental se sustentan en “poner en valor” y mercantilizar la naturaleza, “disneylizandola” y transformándola en parques temáticos; por ahí van, también, los proyectos de lo que sus socios, los bercianistas, han rebautizado como Tebaida, otro negociete. Una vez más la ecología y el patrimonio cultural convertidos en una oportunidad de “emprendimiento” para los listillos de esta ciudad que, como buenos defensores de la propiedad privada, incluso dispuestos a defenderla con las armas (no se recatan de vocearlo en las redes sociales), no tienen inconveniente en convertir los bienes comunales en un negocio privado, aunque sea a costa de expoliárselos a las gentes de la zona, sus legítimos usuarios, y de acabar con la biodiversidad.
Tampoco me cabe ninguna duda que obtendrán alguna bandera verde para su proyecto. Verán cómo, en esta ocasión, nadie solicita plenos extraordinarios para exigir la paralización de la barbarie. Los ecocidas vestidos en Decathlon no son tan perseguibles ni tan vulnerables como lo es un pastor pirómano; algo similar a lo que ocurre con los delincuentes de cuello blanco y los okupas. La aporofobia es una de las señas de identidad de todo buen clasemediano, por muy ecologista que sea. Siempre la “respetable” parte de la sociedad que nos rodea es quien decide lo que es correcto y lo que no lo es.
El porvenir ya está aquí, amenazante, convulso, las democracias representativas caminan hacia el totalitarismo
Otro paraje de la zona al que le espera un futuro bastante negro está en Carracedo de Compludo (otra aldea que no ha necesitado del turismo para repoblarse). El Consejo Comarcal, otro chiringuito que sirve para que los socialpancistas asalten las arcas públicas, ha decidido convertir una cascada de esa aldea en el nuevo punto de peregrinaje para domingueros con ganas de hacerse un selfi que mostrar en las redes sociales. Este tipo de cosas nos ilustran sobre las bases que sustentan la sostenibilidad y la ecología de la muy progre izquierdita institucional berciana.
Como vemos, en la galaxia de la izquierda berciana y del bercianismo, algunos se han convertido en magos de una retórica impostada que, incluso, les permite convertir su mediocre y gris hacer político en heroico y mítico.
Volvemos a constatar que la izquierda institucional es el cooperador necesario de la tecnocracia autoritaria que, para los de abajo, ofrece ONGs y unos servicios sociales convertidos en poco más que en policías de los pobres. En el fondo no son, para los progres clasemedianos, más que material de desecho, personas que consumen recursos públicos, sujetos cada vez más inútiles y prescindibles.
A diferencia de estos fariseos, la derecha, no engaña a nadie, sabemos, sufrimos y hemos sufrido lo que trae tras de sí, siempre dispuestos a arrasar con todo, con la dignidad de las personas, o incluso con la vida de quien no piensa como ellos, si lo consideran necesario. En esta parte de geografía ibérica la llevamos padeciendo desde los tiempos de Viriato. Pero esa derecha, ahora, se ha inventado un nuevo modo de pervertir la resistencia, poniendo en circulación una extrema derecha que hábilmente mezcla la frustración de la gente -engañada una y mil veces por la izquierda institucional y por los progres clase medianos- con sus rancias basuras de nacionalismo excluyente, machismo y xenofobia. Mezcla que va a dar más de un susto electoral, ante la cobardía y cesiones de la izquierdita que, como en el caso del que hablamos, los convierte en cómplices de esa pandilla de totalitarios. La extrema derecha en las democracias liberales no es otra cosa que una vuelta de tuerca del TINA (There is no alternative) de Margaret Thatchert. Una respuesta equivocada a las traiciones y mentiras de las izquierdas institucionales.
El porvenir ya está aquí, amenazante, convulso, las democracias representativas caminan hacia el totalitarismo. Comienza una nueva era, la de los tecnócratas impúdicos y deshonestos, que con lujos tecnológicos consolidaran una sociedad separada totalmente por privilegios, por recursos, con la base y la nomenclatura distanciadas.
Se equivoca quien piense que lo peor está por llegar. Ha llegado y ya hace tiempo que lo atisbamos. Todo parece y aparece devastado, sin promesas de redención. La moral por los suelos, el trato de pavor y de favor como nueva benevolencia, la tecnocracia como gobierno de linaje, como ultraje del débil, la división social extrema como escisión y sujeción de gentes atadas al presente, gentes sin recuerdos, sin poder, gentes domadas e inermes.
Hace ya muchos años nos avisaba George Orwell: “Si quieres una visión de futuro, imagina una bota estampándose en un rostro humano, por siempre”.