[UNA HABITACIÓN AJENA] ¿Frito o en tortilla?
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
(Antonio Machado. Campos de Castilla)
La historia tiene ya el número de páginas suficientes para enseñarnos dos cosas: que jamás los poderosos coincidieron con los mejores, y que jamás la política (contra todas las apariencias) fue tejida por los políticos (meros canalizadores de la inercia histórica).
(Camilo J. Cela. La colmena)
Míralos, como reptiles al acecho de la presa
Negociando en cada mesa, maquillajes de ocasión
Siguen todos los raíles que conduzcan a la cumbre
Locos por que nos deslumbre su parásita ambición.
(Luis E. Aute. La belleza)
NELLY BOXALL | Tuve una conocida murciana que, ante la incapacidad de actuación sobre los acontecimientos y su inevitabilidad, siempre terminaba sus disertaciones con un “mira nenica, nos va a dar igual frito que en tortilla” y tras las elecciones autonómicas parece que nos viene pintiparada la frasecita, puesto que la cosa va de huevos. ¿Por qué lo digo? Porque –y para empezar– a pesar de la obligatoriedad de listas paritarias, todos los cabeza de lista eran señoros a quienes se puede distinguir -a primera vista- por su estilismo, pero señoros al fin y al cabo. También, porque a pesar de los escándalos de los sucesivos gobiernos de la derecha “domesticada”, como la trama eólica, junto con el típico desgaste de regímenes clientelares monocolor como también fue el de Andalucía y las fracturas típicas de los gobiernos de coalición -las medias ni para las piernas- el ala izquierda, lejos de alzar vuelo, en su carrera gallinácea se ha dado de bruces contra esta tierra triste y noble, de campos sin arados, regatos ni arboledas. Y manda huevos que una formación de ultraderecha haya sido la que ha conectado con esa parte de la sociedad que rezuma hartura, canalizando el descontento por el funcionamiento de un sistema inoperante, clientelar, corrupto y perverso para la mayoría de nosotros y nosotras, no así para quienes intentan escalar la cucaña. Y la primera condición -qué condición, exigencia- de los recién llegados aprendices de brujo para negociar un posible gobierno de coalición, evidenciando o bien el completo desconocimiento del sistema competencial y de la jerarquía normativa, o bien la falta de respeto hacia el conocimiento e inteligencia de sus votantes, ha sido nada más y nada menos que la derogación de las leyes de violencia de género y memoria histórica a nivel autonómico. Qué más da, si la gente ya traga con todo ¿verdad? Se lo adelanté al inicio, tocan huevos de menú. Plato único.
¿Recuerdan el 15M? En dos mil once, después del trastazo de la crisis financiera provocada por el colapso de la burbuja inmobiliaria -tras engordarnos durante años como a los pavos para Navidad-, surgió un movimiento ciudadano de colectivos y personas indignadas que reclamábamos una mejora en el sistema democrático, alejando la política del poder económico y financiero. Y surgió un partido político que canalizó toda esa frustración y rabia; los medios de manipulación comenzaron a cebar al gorrino y un chico de barrio con coleta se convirtió en la estrella mediática de una aplaudida La Sexta; los indignados dejamos de salir a la calle y de ocupar las plazas tras dos años de ininterrumpidas protestas. El chico con coleta dejó el barrio y llegó a Vicepresidente -colocando, de paso, a su esposa de ministra- de un gobierno de coalición con los autodenominados socialdemócratas, salidos de las canteras de las peores y más psicópatas juventudes de partido de todos los tiempos. El pasado inmediato no deja margen de duda, como en la actualidad, todo se trató un espejismo para mantenernos entretenidos y hacernos creer que contábamos para algo, que nos representaban y que éramos partícipes de la fiesta de la democracia. Nunca, jamás, el poder ha permitido que cualquier voz realmente disidente y que suponga una amenaza se oiga; orquestará una disidencia controlada y muy conveniente que canalice la frustración del ganado rebelde, en nuestra comarca lo venimos sufriendo de la mano de los sindicatos o del decano del ecologismo berciano… a la espera estoy de ver qué derroteros toma el movimiento feminista, aunque a vista de pájara nada nuevo bajo el sol. Miren a su alrededor y fíjense en la multitud de colectivos, sindicatos, asociaciones y demás amalgama reivindicativa que no pasa de complemento de temporada en la pasarela de un sistema tan democrático y participativo que, como a los infantes, le permite pintar y colorear para que papá y mamá -el poder global y económico- se dediquen a esquilmar, manipular, explotar y sangrar a sus anchas a todo ser viviente. Y si de algo sé es de servicio doméstico, por eso les puedo asegurar que a las niñeras las eligen los progenitores (guiño para que no se me enfaden les diverses), nunca las criaturas.
“Queridos conciudadanos, dijo, el resultado de las elecciones que hoy se han realizado es el siguiente, partido de la derecha, ocho por ciento, partido del medio, ocho por ciento, partido de la izquierda, uno por ciento, abstenciones, cero, votos nulos, cero, votos en blanco ochenta y tres por ciento. El gobierno, estando unánimemente de acuerdo sobre la necesidad de una seria investigación sobre las causas primeras y últimas de tan desconcertantes resultados, considera, tras deliberar con su excelencia el jefe del estado, que su legitimidad no ha sido puesta en causa”
(José Saramago. Ensayo sobre la lucidez)