[LA PIMPINELA ESCARLATA] La derecha no se suicida, la suicida su jefe
EDUARDO FERNÁNDEZ | Ya había advertido en la anterior pimpinela que la gente de izquierdas en Ponferrada somos muy nuestros y para darle en la cabeza a los encuestadores que decían que el PP iba a ganar por poco en las elecciones autonómicas, iríamos en tromba en el último minuto. Con un poco de experiencia y un pie en la calle no puede sorprender el resultado. La gente de esta tierra siempre ha sido mucho más benévola con la izquierda que con la derecha; no es una cuestión a valorar, sino simplemente un hecho descriptivo. No es, por otro lado, que la derecha no le haya dado también algunos motivos para la desafección. Pero la vara de medir es muy distinta. Un par de ejemplos para ver el origen de mis intuiciones electorales. Cuando la luz estaba a 60 € el megavatio en el momento más caro de los gobiernos del PP, cientos de bercianos morían de frío por no poder encender la calefacción, la gente protestaba en la plaza de Lazúrtegui y había motivos para romper el sistema porque era cosa de los que gobiernan. Este año, que ha pasado la barrera de los 302,48 € ni una protesta callejera, ni los genios del megáfono de la pobreza energética, ni el chiringuito en Lazúrtegui, ni una sola persona con tiritona. Y es que claro, este año no han sido los gobernantes, sino la codicia de las eléctricas, que se ha vuelto avariciosas ahora y eso que eran unas hermanitas de la caridad con el anterior gobierno. El segundo ejemplo, en 2020 el Gobierno socialista decide aquí el cierre unilateral de las térmicas. Quiero recordar que había dos en el Bierzo en Anllares y Compostilla. Mientras que el gobierno de derechas alemán consiguió una prórroga para el funcionamiento de las térmicas alemanas hasta 2038. Dieciocho años más de empleos, nominas, suministros y fruslerías por el estilo. Si llega a ser al revés, que un gobierno socialdemócrata alemán alarga la vida útil de las térmicas y un gobierno popular español lo acorta diez años respecto al mandato europeo, arde Troya. Y aquí no pasa nada, más que Ponferrada pierde 700 habitantes al año, pero tampoco es culpa de los que mandan, ni aquí ni en Moncloa. Si esto es así, ¿no habría que ser muy crédulo para considerar que lo que no ha cabreado por la pérdida de actividad y empleo iba a mover ingentes masas de electores a favor de la derecha el 13 F? Los sindicatos y muchas asociaciones sirven para poner el grito en el cielo -no digo que sin razón a veces- cuando gobiernan los de enfrente y para extender un manto de silencio cómplice y cobarde cuando mandan los propios -sin que hayan desaparecido esas mismas razones que abonaban la protesta-. Por tanto, dejarse engañar por las encuestas es llevarse una doble desilusión.
Con todo, harían bien los socialistas en administrar con prudencia las cifras obtenidas en las elecciones autonómicas. He visto la inconmensurable majadería de extrapolar el resultado a elecciones municipales. Hay que ser muy ignorante para hacer esa cuenta. No precisamente porque tendrán que explicar cómo es posible que desde las anteriores elecciones hayan perdido 1188 votos en Ponferrada, mientras que los malos del PP se quedan como estaban. Sino porque la gente sabe muy bien lo que vota en cada caso, aunque las elecciones fueran el mismo día. No hay más que ver el escrutinio de las anteriores elecciones autonómicas para darse cuenta de ello, porque coincidieron en la misma jornada que las municipales y el resultado del PSOE ponferradino fue muy distinto. Ya se sabe que Tudanca tiene mucho más predicamento que Olegario en Ponferrada. Será fruto de conocer más al segundo que al primero. 10.417 en las municipales y 12.605 en las autonómicas, lo que deja la cifra de los que fueron con la papeleta del PSOE en la urna local en 2188 electores que siendo socialistas de corazón no querían ver a Olegario ni en pintura. ¿Hemos de suponer que todos los que fueron a votar el 13-F se han reconvertido a la nueva fe next generation del olegarismo?
Claro que al ritmo que es capaz de ponerse a sí mismo zancadillas el PP, ya se puede desgañitar Morala de bache en bache, que el enemigo lo tiene en casa. Aunque es posible que por no mucho tiempo. Con semejante carajal propio están solo para respirar y no ahogarse, y luego que vuelvan a coger fuelle, pero eso está por ver y por cuantificar hasta qué punto. De momento, algunos que se las prometían muy felices viéndose arropados por el primo de zumosol que se ha cargado la reforma laboral por no saber ni votar, habrán perdido en este lío mucha confianza en poderse cargar de candidato a Morala para poner gente con nula experiencia de gestión y escasa preparación, porque eso no se adquiere, aunque seas hijo de vieja gloria de las que hizo, por cierto, mucho daño en estas siglas. Y no vayan por la respuesta sencilla, ni por el presidente provincial. Los que habían utilizado el poder interno en el PP para colocar amiguetes y descolocar elecciones lo van a tener bastante peor en el futuro inmediato, porque estatutos en mano, la designación del candidato popular en Ponferrada ni corresponde a la provincial ni a la nacional, sino al que está abocado -por difícil que le resulte ideológica o personalmente- a configurar un pacto de gobierno con Vox. Las urnas no se equivocan, a veces son muy putísimas, como dice el acalde de Páramo, pero han hablado y dictaminaron que se busquen afinidades entre proyectos dentro del mismo espectro político. Y de espectros el PP entiende un rato.
El caso es que ya les dije que a ver cuántos extremistas peligrosísimos de extrema derecha se escondían en Ponferrada, haciéndose pasar por ciudadanos que con su sacrosanta libertad deciden su voto como les sale de donde quieren. Parece que son nada menos que 3.669. Como yo creo que en democracia nadie está encargado de repartir carnet de demócrata ni para decir quién está legitimado, más que las urnas, los votos que en esta ciudad y en toda la comunidad ha sacado Vox son tan importantes y tan respetables como los que han sacado todos los demás. De modo que los que en Ponferrada ven perfectamente que se llegue y se mantenga en el gobierno un partido con el respaldo de Esquerra y los votos de Bildu, que a la hora en que usted está leyendo esto siguen sin condenar el asesinato de compañeros de partido de los que están en ese mismo gobierno, van a tener complicado crear un rechazo, ni al votante medio del PP ni al votante medio de Vox, que son muy distintos entre sí, pero no más distintos que el votante medio del PSOE y el votante medio de Unidas Podemos, que ya sabemos que son todos socialdemocracia pura mientras que la derecha es duro fascismo.