Una veterana feminista critica la convocatoria «excluyente» del 8-M en Ponferrada
Menchu Monteira anuncia que no participará en la manifestación del Día de la Mujer por primera vez en 45 años.
«El feminismo es diverso y no debe ser excluyente. Y la convocatoria de este 8 de marzo, lamentablemente lo es». Este es el argumento que ha llevado a la veterana activista del feminismo berciano Menchu Monteira –integrante de la Asociación de Mujeres del Bierzo y de la Secretaría de la Mujer de CCOO e impulsora de una campaña de apoyo a Nevenka Fernández– a no participar por primera vez en 45 años en la manifestación del 8 de marzo en Ponferrada.
Monteira explica en un artículo que firma junto a María Ángeles González Delgado –de la Asamblea de Mujeres de Burgos y de la Secretaría de la Mujer de CCOO, y autora del libro Una lucha de mujeres– los motivos que han llevado a ambas a darle la espalda este año a la manifestación del 8 de marzo. «Desde 1977, fecha en la que se inicia la celebración del Día de la Mujer en España, hemos participado en las movilizaciones convocadas ese día, sin embargo, este año no acudiremos. Nos encontramos excluidas ya que, dada la convocatoria realizada por la Coordinadora Feminista de Burgos y Feministas Bercianas, nos es imposible asistir».
La postura abolicionista de la prostitución que abandera Feministas Bercianas, asociación que convoca la manifestación del día 8 en la capital berciana, es el principal punto de fricción. Monteira y González consideran que «las convocatorias del 8M deberían hacerse sobre el consenso, sumar a cuantas más mujeres en torno a contenidos compartidos para construir una movilización masiva y plural», obviando un debate que divide al feminismo y que «lleva muchos años presente en el feminismo, también en nuestro país».
«Por eso el abolicionismo en muchos lugares no es un punto del manifiesto del 8M, porque el movimiento feminista está muy dividido respecto a la cuestión de la prostitución, incluso en Barcelona se han posicionado recogiendo demandas de las trabajadoras sexuales. En las asambleas del 8M hay personas que se consideran abolicionistas y otras que no y que asumen en general que en esos espacios hay que dejar de lado un debate que ahora mismo es irresoluble. También hay muchas abolicionistas que no se sienten representadas en la polarización radical del debate o las formas poco amables con las que algunas están intentando conducir esta cuestión», apostillan.
Las posiciones abolicionistas «consiguen un control político del movimiento feminista, pero lo dividen. Al fin y al cabo, para estas posiciones el abolicionismo es una cruzada moral en la que no se juegan nada, mientras que las luchas feministas que quieren una transformación social más profunda parten por la mejora de las condiciones de vida para todas», señalan asimismo, antes de recordar que «el verdadero enemigo que tenemos en la actualidad, no son las que piensan distinto de nosotras en cuestiones como la prostitución. El enemigo es Vox y la derechización social que impulsa y es a su antifeminismo al que es útil nuestra división. Para combatirlo, necesitamos estar más unidas que nunca, más fuertes que nunca para impulsar también medidas de transformación que taponen las posibilidades de crecimiento de la ultraderecha».