[UNA HABITACIÓN AJENA] El anzuelo
“Con una hábil manipulación de la prensa, pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la víctima”.
(Malcolm X)
“Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que nos les gustan y adoran los errores que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctima”
(Gustave Le Bon)
NELLY BOXALL | El hecho de que tengamos mucho que reprochar a la implantación y gestión de políticas de igualdad por parte del gobierno de turno o que estemos hasta el moño de las luchas de poder y de discurso dentro del movimiento feminista, no invalida la existencia del patriarcado, de la desigualdad, de la violencia machista ni debe provocar que perdamos la perspectiva. Y estamos perdiendo el norte y la capacidad crítica cuando desde algunas tribunas y micrófonos escuchamos lindezas del calibre “que vayan a la guerra las feministas” o “a la hora de la verdad son los hombres los que salen a luchar y quienes pagan con su vida” o “la luz subiendo un ochocientos y pico por cien y le dan veinte millones de euros a los chiringuitos feministas”… madre del amor hermoso. La incontinencia antes reservada a ámbitos más discretos como la barra de un bar, el desvarío de alguna peña varonil después de varias copas o la última ocurrencia del cuñao en la cena de Navidad, campa a sus anchas y sin límite de velocidad por las autovías de las redes sociales de cargos políticos, periodistas y opinólogos con visibilidad mediática a golpe de titular tendencioso. Abrir Twitter significa asistir a la lucha perpetua por quién lanza el escupitajo más lejos y date por satisfecha si no sales con uno en el ojo. Quienes atizan el fuego saben sobradamente el efecto que producirá en una masa cansada, exprimida y -hay que decirlo- bastante alienada cuando no idiotizada. Así que, sin ánimo de ser exhaustiva (quienes escuchen a don César Vidal, entenderán), los hechos son los siguientes:
Primero. Es sobradamente conocido desde que existen las guerras -si bien no lo suficientemente visibilizado por atañer mayoritariamente al ámbito mujeril- el hecho de que las mujeres se han utilizado y se utilizan como arma de guerra y dominación cultural por parte del bando enemigo. Violaciones sistemáticas a mujeres bosnias, serbias y croatas durante la guerra de los Balcanes, incluso por parte de los cascos azules de la ONU; las acaecidas durante la guerra del Congo o la de Etiopía; las del genocidio de Ruanda; las sufridas por mujeres indígenas durante la guerra civil en Guatemala; las perpetradas por los aliados durante la ocupación de Alemania y Japón durante la segunda guerra mundial… Y parejos a este tipo de tortura es habitual que se obligue a los varones a presenciar la agresión sexual y el abuso contra sus madres, esposas e hijas, una práctica habitual en contextos de conflicto con el fin de degradar y humillar al adversario; la concepción de criaturas fruto de violaciones como método de limpieza étnica; también existen indicios de violencia sexual contra hombres e incluye principalmente casos de violación –por parte de los propios perpetradores o con objetos, o situaciones en las que se obliga a una víctima a violar a otra (“violación forzada”)–, casos de mutilación o castración, además de torturas en los genitales, desnudos forzados y masturbaciones forzadas; en Siria, diversos informes de organizaciones de derechos humanos han alertado sobre el uso de la violencia sexual como arma de guerra y sobre los abusos cometidos contra mujeres, hombres y menores de edad. Quienes trabajan con hombres víctimas de violencia sexual han alertado de que este fenómeno está silenciado, hecho que se ve favorecido por las dificultades de los hombres para reconocer que han sido víctimas de este tipo de abusos, en buena parte por los estereotipos de género que les impiden admitir los hechos sin que su “hombría” sea cuestionada. Junto a la vergüenza, el miedo y el temor a la estigmatización, pesa el hecho de que la condición de “víctima” no parece compatible con la idea de “masculinidad”, en especial en contextos en los que se sanciona socialmente que los hombres expresen o compartan sus emociones. Según estos cánones, el hombre víctima de abusos sexuales debería haber sido capaz de prevenir el ataque y, tras haberlo sufrido, debe lidiar con el asunto «como un hombre», lo que provoca que muchas veces las agresiones sexuales contra hombres se identifiquen como “abusos” o “torturas”, de una manera más genérica.
Segundo. Si, ciertamente, son los hombres quienes mayoritariamente componen las fuerzas armadas y quienes acuden a la lucha en caso de conflicto y una de las consecuencias es la que enumero en el primer apartado… el balance ni es muy heroico ni muy encomiable ¿no creen? Pero el relato que se ha construido históricamente alrededor del héroe de guerra justifica -de algún modo- los excesos, algo así como que en la guerra todo vale, porque arriesgan su vida por una buena causa.
Tercero. Las argumentaciones cuñadiles tienden a efectuar una reducción simplista y pobre sobre el concepto de igualdad, si bien el Feminismo tuvo su época numérica de cuotas, paridades, etc., no hay que perder de vista el análisis del escenario sobre el que se pretende la igualdad e ir ampliando la mirada hacia otro tipo de estructuras menos violentas y agresivas, avanzar del concepto estricto de igualdad hacia la desaparición del pensamiento y de la materialidad patriarcal. Por ejemplo, una lectura reduccionista sobre la igualdad de género zanja la cuestión de la Tauromaquia abriendo la posibilidad a las mujeres para que puedan elegir de profesión el toreo, y ya estaría, cuando lo realmente relevante para el Feminismo debiera ser la reivindicación para que deje de existir una práctica cruel y violenta hacia otro ser vivo.
Cuarto. Durante el actual conflicto en Ucrania nos reporta la prensa casos de redes de trata que se dedican a la captación de mujeres y niñas que huyen de la guerra para alimentar el engranaje de la prostitución, otra variable de vulnerabilidad para ellas. No dejo de preguntarme estos días cuántos se harán pasar por altruistas ciudadanos europeos que van en sus vehículos a salvar refugiadas…
Quinto. Si bien como dije al comienzo podemos ser muy críticas con respecto al modo de implementación de las políticas de igualdad -que no sobre su pertinencia- o alucinar a colorines con la estrategia de comunicación de ese ministerio -que debe ser dirigida por una kamikaze o por la prima de IDA, como poco-, es de justicia aclarar que los famosos veinte mil millones de euros no corresponden al presupuesto anual del ministerio de Igualdad, se trata de la dotación económica que consta en la memoria del Plan Estratégico para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombre y se repartirá durante cuatro ejercicios (2022 a 2025); que abarca competencias de otras carteras ministeriales como son los permisos de maternidad y paternidad, que representan el noventa por ciento de esos miles de millones; la gratuidad de las guarderías para criaturas de cero a tres años, ayudas a familias con hijos con enfermedades graves, prestaciones por lactancia o riesgo durante el embarazo.
A modo de conclusión, insisto en la necesidad de ver más allá de un titular interesado o de un comentario tendencioso y cargado de demagogia, cuando no una cortina de humo; es importante no caer en la política de bandos -con más motivo si tenemos en cuenta la mediocridad y codicia de las que adolecen las castas política y mediática-, dejando de seguir a los diversos flautistas de Hamelin, no fiarse, indagar, no picar el anzuelo, curiosear, contrastar, incomodar, pensar… en definitiva, demostrar que seguimos vivos.