[LA PIMPINELA ESCARLATA] Vuelven las cosas a la normalidad
EDUARDO FERNÁNDEZ | Vuelven algunas cosas rápidamente a la normalidad, que no es más que la anormalidad a la que nos hemos acostumbrado.
Vuelven los compromisarios del Congreso Nacional del PP que ha encumbrado a Núñez Feijóo, y los de Ponferrada volvían con buena cara. Casi todos ellos. Quizás vaya más mirando al suelo que al horizonte alguno que cifraba sus esperanzas de colarse o colar en alguna lista, en la vorágine estilo Calígula de cargarse gente de la dirección anterior. Aunque veremos que, en poco tiempo, todos son intimísimos de Núñez Feijóo y habrán hecho la mili con él. Pero la tranquilidad que se respira en estos momentos es considerable después de la tormenta en la que el barco estuvo a punto de zozobrar. Falta por ver que llegue a puerto en las elecciones municipales en El Bierzo.
Mi relación con Feijóo viene de hace dos décadas. Cuando estando al frente de Correos, vino a la presentación de un sello de Las Médulas en Ponferrada. Al terminar el acto todo el mundo se piró tras cumplimentar a Luis del Olmo, que era el que pitaba hace veinte años en aquel sarao, y Nuñez Feijóo quedó solo, algo impensable hoy con la ristra de aduladores y menesterosos (como es masculino no marcado de género, pónganlo también en femenino que no faltarán aspirantas a algo) que le habrán surgido de inmediato. Dado que un berciano no deja abandonado a un gallego visitante, estuvimos dando un paseo por Ponferrada, y luego nos fuimos a cenar los dos solos. Desde entonces me ha demostrado deferencia inmerecida, probablemente porque no me conozca lo suficiente. Y yo a él, más, y eso que no volveré a la cosa de los navajeos políticos. El caso es que gente que ni lo conoce por el forro le llama Alberto con mucha familiaridad, como si fuesen de vacaciones juntos, a ver si encajan en la lista que sea.
Vuelve la normalidad de ver que llega la ministra que cerró las dos térmicas bercianas y un sindicalismo adormecido está encantado con la sarta de vaguedades que ha soltado sobre lo que Ciuden tendría ser y no será. Y que, dicho sea de paso, cuando el PP propuso lo mismo, pero con más pasta (casi dos millones de euros de inversión más) era malo, insuficiente y una afrenta. Porque esto es un versión mala, pequeña y descafeinada del centro de congresos y exposiciones con museo regional que la anterior alcaldesa iba a firmar con la Junta y el Gobierno cuando Sánchez se aupó en la moción de censura con los votos de los indepes y Bildu. Lo recordarán porque alguno de los empresarios de siempre se postuló pronto para dirigir y gestionar, eso sí, poniendo las administraciones todo el dinero público necesario para el mantenimiento.
Nos quieren colar ahora la versión Ciuden equivalente a lo de la pobreza energética y el precio del carburante; que la brizna en el ojo ajeno de gobierno de derechas es un escándalo y la viga en el propio superprogre es cosa de Putin y la guerra. La ministra de Industria está sentenciada para las municipales próximas, que no le pase nada a esta con el asunto del mal fario local del PSOE. O casi mejor, que sí le pase, que le pase lo mismo que a los que querían seguir viviendo del sector energético y los mandó para casa. A esta visita solo le ha faltado la voz del NODO para contarla.
Vuelve la normalidad de que las mismas empresas sigan controlando los servicios municipales esos que el olegarismo iba a municipalizar en tres minutos y medio. Y cuidadito con sospechar connivencias indebidas, que es que son los mejores.
Vuelve la normalidad de los trepas de derechas que quieren colocarse como sea y les vale igual el PP que Vox. Ha habido sonoros nombres de eso mismo que han sonado en Ponferrada para un sitio, para otro, vuelta a la casilla de salida y sin mucha esperanza ahora de recolocarse. Y lo que veremos aun cuando llegue el divertido momento de las listas del año próximo.
Vuelve la normalidad del paro, que implica que desciende el desempleo a nivel estatal, pero no lo hace aquí, una muestra más de que no hay causas ciertas para el razonable optimismo que esgrime el alcalde por todos los rincones a quien le quiera oír. Vuelve la normalidad de la pérdida de habitantes en Ponferrada, que ya veremos la cuenta de la sangría poblacional al final del mandato del alcalde para ver cuánta ilusión y cuánta actividad ha generado, porque el índice de confianza ya es negativo, pero los datos objetivos de las cifras no aguantan la propaganda del sanchismo feliz. Vuelve la normalidad. Y pronto, sin mascarillas.