[LA OVEJA NEGRA] Legitimadores de la barbarie, cuando Vox no es únicamente el problema
GERMÁN VALCÁRCEL | En tiempos en que se organiza la confusión y se ejerce conscientemente la arbitrariedad, es preciso hacer algo diferente. Y un algo es tratar de desorganizar esa confusión mediante la reflexión crítica. Ahora bien, con este asunto de la reflexión crítica no hay que pretender establecer verdades inamovibles. El único propósito debe ser arrojar piedras, bueno, ideas, al estanque del escenario político-mediático-social actual; donde la reflexión y la opinión es territorio de los teóricos de arriba, o de los “opinadores” de lo inmediato que, una y otra vez, vuelven sobre el tema electoral, o hacen malabarismos para ligar cualquier cosa a la cuestión electoral.
La teoría chatarra, como la comida basura, no nutre, solo entretiene. Y de eso parece tratarse, si nos atenemos a lo que aparece en la mayoría de diarios, revistas, así como en los espacios de los medios electrónicos. Los expendedores de teoría chatarra, exaltadores del Alzheimer teórico y político, promueven soluciones fáciles para el caos actual. Luego se quejan de que las masas caen en las soluciones simplistas de los populismos. No hacen más que transitar los caminos que ellos mismo abren.
Al igual que los productos milagrosos que prometen bajar de peso sin hacer ejercicio y atascándose de comida, hay personas que los creen, también hay quien cree que se puede tener libertad, justicia y democracia con únicamente introducir una papeleta en una urna. Cuando esa gente sentencia que exclusivamente hay una opción, la vía electoral-institucional -o la lucha armada- solamente demuestran su falta de imaginación y su desconocimiento de la historia. Y lo que es peor, tejen la trampa que sirve de argumento para la intolerancia y la exigencia de una unanimidad totalitaria y retrógrada.
En lugar de alentar un debate serio y profundo, se pide a quienes cuestionan el sistema que dejen de criticar si no tienen alternativas (sí, las tienen, lo que ocurre es que cuando se plantean las descalifican por, supuestamente, utópicas) o callen. Y se les impele a apoyar a sus organizaciones sociales, las que dan cobijo, o alientan con sus palabras, su silencio, su colaboracionismo y sus lavados verdes, el ecocidio y genocidio que se pretende perpetrar
La capitulación incondicional de la práctica totalidad de ONGs forma parte de la mercantilización tendencial total de todos los aspectos de la vida. La necesidad que tiene el capital de encontrar nuevas áreas de valorización no perdona. El llamado “tercer sector”, donde se encuadran las supuestas organizaciones sin ánimo de lucro del sistema, constituye uno de sus principales objetos de inversión. La “industria del asistencialismo” es una de las más florecientes; además de ser el primer paso en la privatización de numerosos servicios públicos, desempeña el triste papel de trinchera para evitar levantamientos sociales, los sindicatos del régimen y la judicialización de las luchas ecologistas son otras de esas trincheras que sirven de alambradas para enjaular y pastorear el descontento.
Hay quien cree que se puede tener libertad, justicia y democracia con únicamente introducir una papeleta en una urna
Hay una idiosincrasia profunda que, en nuestra sociedad, conecta todo tipo de actividades con la economía. El mundo contemporáneo se caracteriza por la prevalencia total del fenómeno que Marx llamó fetichismo de la mercancía. Este término, a menudo malentendido, indica mucho más que una adoración exagerada a las mercancías, y va más allá de indicar una simple mistificación. Se refiere al hecho de que en la sociedad moderna y capitalista todas las actividades sociales toman forma de mercancía, ya sea material o no. Las ONG son un buen ejemplo de lo inmaterial. Su fagocitación por los estados no es una cuestión de buena o mala voluntad, sino que resulta del carácter estructuralmente subordinado al Estado y consecuentemente al capital, que es a quien sirven los estados.
Creo que cualquier reflexión crítica profunda que se quiera hacer debe apartar la mirada del hipnótico carrusel de la clase política y ver otras realidades. Hay que pasar por alto los cantos de sirena que lanzan desde las instituciones, en concreto los que salen de la izquierda institucional, cuando se pide a los movimientos sociales autónomos y autogestionados que deben “hacer aportes críticos, constructivos”.
¿Para qué? Cuando lo que pretenden es repetir la misma historia de siempre, reciclando a los de arriba, para exorcizar la rebelión de los de abajo. No pienso que nadie pueda pasar por alto lo ocurrido con “el fenómeno Podemos” ¿Hay que volver a recordar la barbarie que desde el Ministerio de Transición Energética se pretende perpetrar en esta comarca? ¿Cuándo va a entender la izquierda estatista que existen individuos, grupos, colectivos, organizaciones, movimientos, a quienes no interesa cambiar lo que está arriba ni renovar una clase política que no es más que un parásito? Hay gentes que no quiere cambiar de amos o de salvadores supremos, sino no tener ninguno. ¿Qué tienen que perder? En todo caso, tendrán más argumentos para autoerigirse en “la única alternativa posible” cuando el colapso sistémico sea totalmente evidente. Tal vez, entonces, algunos empiecen a comprender que el esfuerzo de los pequeños colectivos autónomos y autogestionados por sustraerse de la lógica del capitalismo, es efecto y causa de un pensamiento radical. El único futuro posible solo se podrá construir desde el pensamiento radical, y será la única salida al cerco violento al que nos quieren someter y la única defensa ante él.
Por eso, los que hemos sido testigos y sufrido las traiciones y felonías de la izquierda, PSOE, PCE, IU y ahora Podemos, no podemos por menos que coincidir con lo que sostiene Franco Berardi “Bifo” en su libro El tercer inconsciente: “… La Izquierda ha sido durante treinta años la principal herramienta política de la ofensiva ultra capitalista. Quien deposite sus esperanzas en la izquierda merece ser traicionado, ya que traicionar es la única tarea que la izquierda es capaz de realizar de manera competente”. Ojo, que no me venga cualquier tuitero indocumentado o cualquier necio incapaz de leer poco más de ciento cincuenta caracteres sosteniendo que Berardi está llamando a votar a la derecha. Es lo que suelen hacer los chatarreros del pensamiento que se dedican a polarizar la sociedad.
Servidor se siente menos solo cuando lee a gente que no traga con la farsa democrática representativa, y son capaces de ver que, detrás de cada clasemediano liberal o socialdemócrata occidental eurocéntrico, hay un fascista camuflado junto con fascistas declarados.