[LA PIMPINELA ESCARLATA] Se desmiente
EDUARDO FERNÁNDEZ | Ando en estos días enfrascado en escribir un libro sobre la cultura política en esta provincia al comienzo del siglo XX. No es que hasta acá se haya avanzado mucho ni en cultura ni en política, ni en eso que los cursis de la politología llaman calidad democrática. Con todo –con la radicalización que ahora se llama polarización afectiva y con los cambios de chaqueta, que ahora se llaman nueva política– la política de principios del siglo XX era más entretenida y de mayor altura, hasta que unos bestias se liaron primero a mamporros y luego a tiros. El caso es que no hago más que repasar los periódicos del período republicano y hay una frase que repiten incansablemente en uno y otro bando: se desmiente. Supongo que desmentir algo y no razonarlo o probarlo es un expediente fácil que resuelve muchos inconvenientes a los políticos de todo tiempo. A mí nunca me dio por desmentir nada, probablemente llevado de la convicción íntima de que cualquier barbaridad que se me achacase tendría un poso de razón. Pero hay gente que se pasa la vida sin hacer nada de provecho por su comunidad, pero desmintiendo mucho.
Aquí se desmiente que el equipo de gobierno tuviese ganas de poner una tasa de la basura, fue una imposición de Bruselas y de Bangladesh, una profecía bíblica, un cataclismo cosmológico y el hado; pero se desmiente también que cuando el personal anda encendido estos días porque le llegan los recibos a casa, la sensibilidad social de la izquierda ponferradina se solidarice con el mal momento económico y social de la ciudad, y a lo suyo, que es sacar los cuartos en abanico.
Se desmiente que los espías internacionales que jaquearon a Sánchez y Margarita Robles de la misma tacada hayan monitorizado los tratos entre Olegario y Tarsicio. No era necesario cuando la evidencia se demuestra votando. Se desmiente que el alcalde haya tenido con la crisis esperpéntica del chapapote con sus socios un fantasma del cuaderno azul que se le apareciese para evitarle otro ridículo en la Fiscalía; es simplemente que fue un deliberado tocamiento de gónadas en Dehesas y en Coalición.
Se desmiente que comunista y podemita sean lo mismo, al menos en Ponferrada -será distinto donde un Garzón de turno se juegue prebendas ministeriales, coche, chófer, asesores y otras fruslerías-. Se desmiente que los comunistas hayan olvidado su aspiración de estatalizar y municipalizar cuanto puedan, como los servicios municipales de Ponferrada. Siempre se puede contar con los comunistas para saber que hay aun izquierda clásica. Se desmiente que en Podemos tengan vergüenza y el menor apego a sus compromisos a este respecto.
Se desmiente que la concejal de Igualdad tenga “prácticas dudosas”; en puridad son tan poco dudosas como acertadas. Y una carga pública –es por lo del lenguaje inclusivo para que no se enfaden si les llamo cargo público sin perspectiva de género– que ha cambiado la aplicación directa en Ponferrada de la normativa comunitaria sin transposición nacional no suscita dudas, sino una admiración por los pioneros como la de Colón, Elcano, Marie Curie y Katherine Blodgett juntos. Se desmiente, de paso, que Unidas Podemos hable en nombre de todo el feminismo como pretenden sus jefas, que superfuerte tía, pero no lo voy a decir, ya te digo tía, o sea. En Ponferrada hay feministas que no son del gusto de la concejal, pero se desmiente que sean menos feministas que las oficialistas.
Se desmiente que yo me haya empadronado en cualquier casa de reputación líquida en León para votar en la agrupación local socialista para agrandar el barullo que tienen, ya lo hacen bien solos.
Se desmiente que hayan decidido cerrar las instituciones comunitarias por tiempo razonable para ahorrarse el temor justificado al ataque de gafe con que les amenazan con una visita desde Ponferrada.
Se desmiente que la pírrica caída del paro vaya a significar que se mantenga la población de Ponferrada, ya se encargarán los estrategas de los planes estratégicos de la alcaldía de conseguir que a fin de año haya setecientos empadronados menos para no desentonar de la tónica del mandato olegarista.
Se desmiente que las alegres cohortes de animadores de batucada y ripio fácil de la manifestación del 1 de mayo –que me han enternecido con ese grito tan actual contra el terrorismo patronal– hayan contribuido a crear un solo empleo en toda su vida. Se desmiente también que hayan proferido una sola protesta intencionadamente contra el gobierno, se iban a meter un poco con él, pero fue sin querer, porque todo el mundo sabe que el gobierno no tiene nada que ver con la economía cuando gobiernan los suyos.
Se desmiente que en el equipo de gobierno de Ponferrada hayan dejado deliberadamente presupuesto sin ejecutar para que luzca más en año electoral; no se desmiente, en cambio, que dejen de gastar el dinero que tanto sacrificio cuesta a los ponferradinos pagar en tributos municipales porque los concejales que mandan son unos incapaces. A la vista del remanente y la inejecución, eso no hay genio que lo desmienta.