[EL PROTECTORADO] Bierzo, ¿santuario natural o destrucción?
AL RAISULI | Primero fue Puertollano, después Anllares, les siguió Guardo, más tarde La Robla, la semana pasada Andorra… y en capilla Compostilla II. Volar las chimeneas y las torres de refrigeración termoeléctricas se ha convertido en un espectáculo visual del que “disfrutan” pasivamente los televidentes en los informativos el propio día en que provocan la demolición.
Los nuevos tecno-iconoclastas se sacian en el fundamentalismo renovable que nos empacha, sin ofrecer a cambio ninguna señal de respeto por la cultura, las tradiciones, los sentimientos, los entornos, la naturaleza, ni las personas. Una balanza suficientemente lamentable para desconfiar de esa secta voltaico-eólica que, con la disculpa de procurar un bien, no reparan en causar males irremediables y desmesurados.
Ni en el peor de los sueños era imaginable que por el Bierzo, ya en caída al precipicio, aparecieran estos apóstoles de la devastación a cargarse la naturaleza y el patrimonio histórico industrial donde aún se conservan nuestras señas de identidad. Un artículo de Bierzodiario recientemente lo advertía (La triste tragadera del Ponfeblino) pero tan solo cuatro meses después ese proceso se ha desbocado.
Hace cuatro días el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo alertaba de la destrucción de viñedos viejos en Otero de Toral para emplazar una instalación solar; no es algo que por increíble vaya a ser excepcional, serán cada vez más habituales estas barbaridades porque el ecocidio presentido no está en ciernes, sino a velocidad de crucero.
O los frenamos en seco, o el Bierzo que heredamos de nuestros mayores se lo vamos a legar a nuestros descendientes destrozado e irreconocible. Solo hay que poner un pero a la nota de CRDO Bierzo, por lo demás impecable, y es la coletilla que acompaña a la denuncia de la tropelía, advirtiendo que no están en contra de las energías renovables.
Eso es darles munición; parecer que, en cierta forma, es como reprobable plantear resistencia al futuro energético descarbonizado. Yo no lo veo así, en el caso del Bierzo estoy frontalmente en contra del safari renovable sin sentirme por ello un reaccionario ambiental, muy al contrario. Juegan al redentorismo de pacotilla para vendernos su mercancía trucada, esa que nos promete tiritas para atajar la hemorragia de las puñaladas.
Hay millones de hectáreas en la nación, con más horas de insolación y mayor recurrencia de vientos, que son emplazamientos más adecuados para instalar sus artilugios energéticos, pero nos han puesto en la diana. Si se fijan en el Bierzo es porque aquí hay mayor número de subestaciones a las que verter la energía producida.
O sea, que se quieren instalar con una menor inversión en las líneas de evacuación, aunque sus expectativas productivas sean también menores; típico del capitalismo hispánico, en manos del que nos van a dejar una vez consumadas sus fechorías al medio. Vayan preparándose para convivir con una agobiante maraña metálica de torres y cables cual piñata del diablo.
En la segunda mitad del pasado siglo la epopeya energética del Bierzo que acompañó a la cuasi mítica eclosión de la Ciudad del dólar, tuvo su razón de ser: grandes reservas de carbón para uso industrial, doméstico y termoeléctrico, además de una cuenca hidrográfica excepcional para su aprovechamiento hidroeléctrico. En cambio hoy no existe ningún factor que invite a pensar que hay futuro y que ese glorioso pasado es repetible.
La autentica y única gran potencialidad del Bierzo hoy es su naturaleza. La que precisamente esos ignorantes de manual se quieren cargar, apoyados en la panda de inútiles que nos gobiernan in situ. No se atreven a hacer un debate serio y abierto a la sociedad porque saben que no tienen ni un asalto. Y las autoridades de proximidad no plantan cara porque carecen de arrestos y dignidad para arriesgar sus miserables mamaderas por su tierra, por sus gentes y por los bercianos del mañana.
Este es el panorama, más que desolador desesperado. No queda otra que promover, urgente y decididamente desde la Sociedad Civil una respuesta contundente, peleando por lograr una forma de protección del Bierzo ante su segura destrucción. Poco o nada cabe esperar de las organizaciones políticas, sindicales o patronales, cuando están abducidos con la cucaña renovable. Solo un movimiento ciudadano berciano independiente y sin servidumbres puede lograr ese milagro salvador.
Hay que conseguir una suerte de declaración de Santuario Natural o algo similar que sirva para proteger y preservar la naturaleza del Bierzo en su esencia pura y ancestral. No solo porque es legítimo, sino porque es una garantía de futuro, y hay que hacerlo antes que sea demasiado tarde. No podemos esperar cruzados de brazos las nefastas consecuencias que van a producir las criminales gilipolleces de unos descerebrados con poder.