[EL PROTECTORADO] PSOE y el Bierzo, la pregunta del millón
AL RAISULI |Hay misterios insondables para los que no hay explicación, desde las líneas de Nazca al círculo megalítico de Stonehenge, desde la bola de fuego de Siberia al barco Romano de la Costa de Brasil. En cualquier caso, en este negociado de lo insólito, la palma se la lleva la religión con sus dogmas y milagros.
Basta mencionar los partos sin fecundación, los secados súbitos del mar, los triples desdoblamientos de personalidad, el hallazgo enológico de hacer vino del agua sin necesidad de viña o la paleo fotografía sagrada sobre el lienzo de Turín como referencias imbatibles de su goleada.
En cambio hay otros misterios que por cercanos no reparamos en ellos, pero que su condición de inexplicables a la luz del razonamiento lógico y científico nos sumen en la confusión más absoluta. Uno de ellos, muy de nuestros días, es el de ese incesante productor de fenómenos cuasi paranormales llamado PSOE.
Ayer mismo sus propios correligionarios pusieron en la picota a Boris Johnson por marcarse unas alegrías en la pandemia, cuando ayer mismo el CNI deslizó nada menos que la relación causal de la crisis migratoria de Ceuta con el giro de Sánchez al reconocer la soberanía de Marruecos sobre la excolonia del Sahara. Ayer mismo el rubicundo Boris entró en coma político y Sánchez se fumó un puro en el Falcon o en Moncloa.
Son esos misterios inexplicables de un partido donde nada, por grave que sea, tiene consecuencias entre los coleguillas. Y no es que no estuviéramos curados de espanto desde que Zapatero, Pepiño, Maleni, Moratinos and the Supremes montaron la carpa que alumbró ese misterio incognoscible que se perpetúa hasta estos tiempos convulsos de Pegasus.
Pero donde el misterio toma tintes de auténtico fenómeno de estudio a prueba de analistas, científicos, demóscopos, parasicólogos, nigromantes, videntes, brujos o contertulios de La Sexta es en el Bierzo. Aquí se rompe el molde y la influenza partidaria contagia al paisanaje que acude a meter el voto en las urnas.
Me explico. En las últimas elecciones autonómicas de la Junta de Castilla y León, en el Bierzo, de 38 municipios el PSOE ganó en 33 con más del 42% de los votos. Eso es tan palmario e incontestable como incomprensible y desquiciado, y lo es porque no se corresponde con ninguna lógica que soporte esa barrida monumental.
En su tradicional caladero electoral del cinturón rojo del sur de Madrid se ha visto arrasado en las últimas elecciones autonómicas por Ayuso. En su histórico feudo de Andalucía, tierra de los desheredados jornaleros y cuna de su renacer tras sus largas vacaciones hasta los albores de la transición, está a punto de perder la condición de primera fuerza política en todas las provincias de la región.
Una sangría de la que no parece querer enterarse Tezanos, pero que trae augurios de catástrofe para cuando el trueque de escrúpulos por votos acuse fatiga de sus materiales de contención. Entonces, ¿cómo se explica la excepcionalidad berciana que cubre de rojo un enclave en medio de la inmensidad teñida de azul campante y verde inquietante? Por algo debe ser, pero ¿por qué? Esa es la pregunta del millón.
Nada más lejos del espíritu de la aldea gala que hace piña con sus defensores. Nada que ver con un reconocimiento merecido por gestiones de excelencia. Nada que admirar en unos liderazgos sin carisma y para el olvido. Nada que esperar en el porvenir cuando el pasado y el presente han certificado su inutilidad.
Lo dicho: todo un misterio más inescrutable que la sonrisa de la Mona Lisa.