[LA PIMPINELA ESCARLATA] Maulas y titanes en viajecitos culturales
EDUARDO FERNÁNDEZ | Hay una parte de la izquierda española, y la ponferradina no ha querido ser distinta en esto, que encuentra un placer íntimo y morboso en tratar de cargarse a los suyos. Gracias a los demonios familiares de la izquierda en la derecha hemos disfrutado de etapas de tranquilidad social y éxito electoral. Ponferrada es buen ejemplo de lo dicho. Durante varios períodos históricos la izquierda española no ha sabido bien cuál era su adversario, o llegado el caso incluso su enemigo. Bien por ellos. Lo mismo son amigos de las purgas que de montarse un partido nuevo y marcharse con parte del electorado. Por eso, en la estrategia electoral de las derechas un aspecto primordial es el nivel de atomización y cainismo de la izquierda. Veremos aquí en las siguientes municipales.
En uno de esos arrebatos izquierdosos de repartir carnets de demócratas y fascistas, buenos y malos, vanguardias progresistas e izquierdas divinas, esencias del proletariado y vendidos al capitalismo, a mi amigo Tanque le tocó aguantar que quienes no habían movido un dedo por las libertades y los servicios públicos de esta ciudad le diesen lecciones y puyazos a partes iguales. No tuve mejor ocurrencia que defenderlo en Twitter y la cosa arreció todavía más. Con el pragmatismo de quien ha superado varios gulags Tanque me dijo que me lo agradecía, pero que no le alabase, que lo remataba yo solo. Alguno de los memos que lo ponían a escurrir no resistió la tentación fácil de decir que, si lo defendía la derecha, algo malo tendría. Eso viene a ser el resumen del espíritu de concordia que preside la democracia, transformado en purga estalinista.
Lo recuerdo porque es verdad que hay perspicaces lectores de esta pimpinela que han reparado en que, a pesar de las barbaridades que pueda decir del olegarismo oficial, a un par de concejales -concejalas en el lenguaje inclusivo- ni las menciono, salvo si acaso para exculparlas de la quema general. Semejante cosa no tiene que ver con la reflexión ni con intereses torticeros, sino con que a mí me salga del moño que haya en el equipo de gobierno quien me caiga mejor y peor. Eso es lo que los politólogos llamamos cultura política de la polarización afectiva; que haya opiniones que no se basen en la pura reflexión o en la ideología, sino en cuestiones emocionales. Por eso nos puede caer mal uno afín y bien uno contrario, para los que dividen el mundo en nosotros y los malos. Muchas barrabasadas tendrían que hacer Carmen Doel y Conchi de Vega para que yo me incomodase un poquito. Y no.
Claro que diciendo esto, como le pasó a Tanque, ya las fastidio, por comparación con el resto de maulas incapaces de vencer la pereza para que sus áreas funcionen. Porque uno, que ha sido peón y ha sido capataz, distingue cuando el peón hace las cosas mal o se las mandan hacer mal, que es el caso. Aquí gozamos el impagable privilegio de tener al frente de la nave a un titán de la política, a un prohombre decimonónico, a un esforzado del progresismo, a un preclaro profeta jurídico que lo mismo vaticina procesos judiciales y colecciona cuadernos azules para la fiscalía que conculca derechos constitucionales de la oposición como aprendiz de sátrapa, a un estratega de planes estratégicos de subvenciones estratégicas multimillonarias, al único que sabía qué hacer para revertir la pérdida de población provocada por años de políticas de la derecha. Y claro, con semejante capitán capitaneando, qué puede salir mal. Con ese adalid next generation cómo va a perder población, empleo y actividad Ponferrada y cómo van a hacerlo mal sus concejales.
Por eso el desgobierno local da para todo, incluido lo de los viajecitos culturales, pues el ocio y el turismo no dejan de ser cultura, aunque propia y no de la ciudad. Decía Mark Twain que se tiene que viajar para aprender, pero aquí algunos podrían dar vueltas al mundo sin aprender nada útil y, además, empeñarse en demostrarlo. Se reviste de venta del turismo digital en el que Ponferrada es referencia mundial y de barniz cultural, y caminito de Flandes, a poner una pica donde sea… menos a poner un esfuerzo en Ponferrada, donde el habitante medio no baja de tres viajes a Bélgica al año, como Puigdemont y Olegario. El príncipe de Asturias de las Letras Amin Maalouf escribió “no vaciles nunca en irte lejos” y aquí, por el libro, oigan; no vacilan, nos vacilan. Da igual quién sea concejal, el estratega cultural ha salvado a Gil y Carrasco y eso justifica cualquier viajecito a donde sea.