[LA OVEJA NEGRA] Contra el fuego, defensa de la Ecología ante el populismo ecologista
GERMÁN VALCÁRCEL | Hace más de treinta años formé parte de un grupo de personas que fundó un pequeño colectivo ecologista, uno de los primeros que tuvo actividad en el Bierzo: Genciana; por suerte, desapareció. Sin embargo, en estos tiempos que corren estoy convencido que si queremos salvar la Ecología, si queremos salvar la vida en el planeta, debemos plantar cara al ecologismo acientífico, sectario, populista, instrumental y subalterno, a la agenda de partidos políticos e instituciones. Ese ecologismo útil al sistema para prevenir y encauzar las tensiones políticas y sociales, y anular la disidencia, pero incapaz de diferenciar los efectos antropogénicos de los efectos que ocasionan las formas políticas, culturales y económicas de organización del animal humano.
Digámoslo claro, aunque a algunos les resulte desagradable oírlo: La Ecología es una ciencia, algunos ecologismos solo buscan lograr espacio en los medios de comunicación y ejercer de correa de transmisión de partidos políticos, y no ser más que una de las muchas terminales que el sistema tiene en los movimientos sociales para ahogar cualquier intento de emancipación, auto organización y de escapar de la Agenda 2030. Ese ecologismo, reconvertido en una especie de religión laica, tiene, como toda religión, sus dogmas, sus ritos y sus cuentos. Pero con dogmas, ritos y cuentos no se solucionan los problemas. Para demostrarlo ahí tenemos a Forestalia, Cosmos o la central de calor.
Frente a las retóricas medioambientalistas que ese ecologismo mantiene, algunos pensamos que es necesario no solo anticipar, en lo posible, el escenario de lo que va a ser la mayor crisis en la historia de nuestra civilización, sino intentar articular las respuestas a un sistema ecocida y criminal que carece de cualquier posibilidad de reforma ¿Son tan ciegos que no se dan cuenta de que esto del Colapso va en serio?
No podemos ser cómplices de un ecologismo que sigue proponiendo soluciones desfasadas, ya que no cuestiona ni el industrialismo, ni la agroindustria fosilista, ni la Política Agraria Común que arrasa y agota los territorios, que confunde bosques complejos con plantaciones de árboles. El problema es que más que reforestar, que tiene connotaciones industriales nada deseables -ingenieros salidos de las universidades mediante- lo que habría que hacer es regenerar conforme a escenarios futuros, si no estaremos plantando cerillas. No sirve un ecologismo de raíz urbanita que, desgraciadamente, ha arraigado en el medio rural, entiende la naturaleza como un parque de ocio y emplea más tiempo en pelear por tener acceso a Internet que en luchar por la regeneración de ecosistemas, por la ganadería regenerativa, el decrecimiento, y los mercados de cercanía. Algunos no parecen, o no quieren, entender hacia donde nos quieren llevar.
No será ningún neo rural, tele trabajando, con piscina y automóvil eléctrico, ni ningún eco turista, quien salve el medio rural, serán las escasas personas que, todavía, allí viven las que van a tener que defender el territorio y organizarlo, si no queremos que termine en manos de las grandes corporaciones, como ocurre en África, América Latina y ya, también, en algunas zonas de la España despoblada, mediante la compra de pueblos enteros.
Esas elites sí saben qué es la regeneración de ecosistemas y la ganadería regenerativa; sus mayordomos, nuestros estúpidos políticos y los necios que intentan controlar sus terminales sociales, seguirán con sus caducos catecismos hasta que esas elites les den los nuevos. La transformación del capitalismo en un nuevo feudalismo corporativo está ya en marcha. La negativa de una anciana a abandonar su casa, en uno de los pueblos afectados por el incendio, con bastantes “ecoprogres” viviendo en él, es todo un símbolo de quien, realmente, está dispuesto a defender el territorio y un modo de vida. Estemos atentos a las consecuencias que su acto de desobediencia civil puede ocasionar a esta Rosa Parker rural. No podemos abandonarla a su suerte.
No quiero pasar por alto el esfuerzo y la lucha de las brigadas forestales que, con su trabajo, sus brutales jornadas laborales, su profesionalidad y en unas condiciones ambientales dantescas, han impedido que el incendio de los Aquilanos haya terminado en una tragedia medioambiental todavía, más grave -a pesar de las casi 2.000 hectáreas quemadas- unos trabajadores que con su lucha y reivindicaciones han logrado doblar el pulso a ese ex juez reconvertido en el ecocida más respetable de esta Comunidad, al conseguir que esas brigadas estén en funcionamiento todo el año.
Me pregunto si los convocantes entraron en contacto con estos trabajadores, o sus representantes, antes de convocar la manifestación, mucho me temo que no. ¿Por qué no esperar a que acabaran su trabajo y fueran ellos los que encabezaran la concentración y leyeran los comunicados? Al final va a terminar ocurriendo como con la pandemia, muchos aplausos a los sanitarios, y dos años después el Sistema Nacional de Salud va camino de ser desmantelado. Es lo que consiguen los populismos y los ególatras.
La negativa de una anciana a abandonar su casa es un símbolo de quien, realmente, está dispuesto a defender un modo de vida
Mientras estos trabajadores luchaban, en penosas condiciones, contra el fuego, uno de los voceros del populismo verde escupía lugares comunes ante los micrófonos de unos medios de manipulación e (in)comunicación que no paran de emitir anuncios de Forestalia, Cosmos, LM Wind Power, o publi-reportajes de alguna compañía minera canadiense como abanderados de la nueva “economía verde”. A esos medios hay que seguir dándoles carnaza, esos no molestan, ni distorsionan el mensaje, lo hacen mis críticas que, según ellos, hacen el juego a la derecha. Cuanto cuñadismo.
Cuando leí el manifiesto con el que se convocó la manifestación celebrada esta mañana en Ponferrada empecé a intuir que el ruido y barullo que algunos hacen solo trata de tapar su oportunismo y la ausencia de alternativas sólidas. ¿Tanta prisa había, cuando, todavía, los incendios están sin extinguir? ¿De qué sirvieron los plenos extraordinarios del anterior incendio? ¿Qué se ha pretendido con una convocatoria tan precipitada? ¿Reventar y ocultar cualquier alternativa serena, razonada, que vaya más allá de los clásicos y conocidos tópicos y eslóganes? Parece que a los convocantes no les ha importado que otros colectivos pidieran tiempo, o se negaran a firmar esa convocatoria.
Leer el comunicado de la Asociación Berciana de Agricultores es encontrar un rayo de luz entre el negro humo que desprende la demagogia verde. Ellos sí parecen ser gentes que demuestran saber de qué hablan. Pero también sirve para demostrar que hay posiciones muy diferentes, incluso antagónicas, a la hora de enfrentar los problemas. Por eso es necesario debatir, no tratar de reventar el debate con supuestas prisas, o todo tipo de falacias, mentiras y manipulaciones. ¿Unidad para qué, con qué objetivos y con quién? ¿Con los oportunistas que llevan un manual de ocurrencias bajo el sobaco, pero son incapaces de plantear con valentía una propuesta radical de cambio de paradigma y de abandono del modelo de crecimiento perpetuo? Algunos parece que prefieren ante la triple crisis: climática, energética y ecológica, seguir fomentado la polarización social, esa que da alas para que VOX meta en el mismo saco a todos los que defienden la vida y otra forma de hacer las cosas.
Finalmente, aclarar, una vez más, lo evidente; malos tiempos cuando, constantemente, hay que reivindicarlo. Quien interviene, públicamente, en asuntos sociales, está sujeto a crítica. Pero algunos y algunas solo parecen aceptar el elogio y se dedican a escupir al espejo cuando no les devuelve la imagen que esperan. Se ve que no han leído a Marx cuando –creo que, si no me falla la memoria, en la Crítica del Programa del Gotha– manifiesta que la crítica a los falsos amigos debe ser mucho más dura que hacia los enemigos. Es triste tener que estar recordando, constantemente, a la “progresía fascistilla” que lo que somos implica la denuncia de lo que impide ser lo que podemos ser. Nos definimos a partir del desafío y por oposición al obstáculo.
Nos encontramos en un escenario difícil y muy complejo que no debería ser apto para el “cuñadismo” y la demagogia barata, sino para el rigor y el debate, ya que como adelantó el siglo pasado el historiador norteamericano Will Durant, autor de la Historia de la Civilización: “El paso de la barbarie a la civilización ha exigido un siglo; el paso de la civilización a la barbarie necesita solo un día”. Ciertas reacciones que observo a mi alrededor me hacen temer que, ese día, ya no está muy lejano.