[CRÓNICA] Apuntes sobre la defensa de la República en El Bierzo en julio de 1936
JOSÉ CABAÑAS GONZÁLEZ | Con ocasión de la presentación en Ponferrada el próximo martes 23 de agosto, en el Museo del Bierzo (Patio de la Higuera), de la Primera Parte: El Golpe, de mi libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León, una investigación que me ha ocupado más de ocho años, y en la que la detallada narración de lo sucedido en julio de 1936 y después en El Bierzo ocupa en la obra cerca de 200 páginas, permítanme que tome de entre la amplia información que ella recoge, mucha desconocida hasta el presente, y les acerque a modo de breves y resumidos apuntes, la siguiente:
Tampoco se armó en Villafranca el 19 de julio a los obreros, desoyendo su alcalde Antonio Gabelas la exigencia de los representantes sindicales de la localidad, de Fabero y de Toral de los Vados, ni se desarmó a los 75 guardias civiles de los puestos de Toral, Cacabelos y demás agrupados en la misma fecha en su cuartel, cuyo responsable, el teniente Juan López Alén, haría ante las autoridades municipales solemne juramento de adhesión a la causa republicana antes de quebrantarla una vez que abandonaron la población el 20 de julio al mediodía para concentrarse en Ponferrada, partiendo con sus armas y con los puños en alto y vitoreando a la República (se les permitió salir aunque algunos creían que su marcha formaba parte de la planificación golpista, con la misma candidez que en Villablino se dejó marchar a los guardias también congregados en aquella cabecera de línea a cargo del teniente Emilio Martínez Blanco. Quedaron en Villafranca los familiares de los guardias civiles desplazados, y también allí –como en tantos otros lugares– fueron celosamente protegidos por los responsables frentepopulistas de que se les causara daño alguno, lo que no evitará el fusilamiento (por rebelión militar) del alcalde villafranquino en Ponferrada a las seis de la mañana del 21 de septiembre, desatendiendo la intercesión por su vida de los guardias y sus esposas y de numerosos convecinos, que no obtuvo más que liberaran al principio (para ser preso de nuevo) a quien había evitado que la sangre corriera en Villafranca.
En Fuentesnuevas se ocultaba antes de amanecer el 22 de julio Antonio Varela Nieto, munícipe de Ponferrada. En la noche del 19 al 20 había hecho guardia con otros en la Estación del Norte y en la carretera de Orense, y el lunes, cuando regresaba al Consistorio tras comer en casa, se encontró con la multitud de asturianos que en la estación del ferrocarril de Villablino se disponían a tomar aquel tren para seguir hacia su tierra. Fue entonces (dice, entrevistado por Emilio Silva en 2003) cuando un vecino falangista disparó desde un segundo piso y mató a un minero, lo que causaba un gran revuelo, en medio del cual partían en el tren algunos asturianos y otros se quedaban (arrojando bombas contra los pisos), al tiempo que se detenía en el cuartel de la Guardia Civil a los mandos de la expedición. Por la tarde del martes 21, cuando cruzaban el puente del ferrocarril para desperdigarse por el monte, les disparaban desde el edificio de don Juan, médico derechista, al tiempo que daba varias pasadas un aeroplano venido de León, en una de las cuales mataban sus disparos al hermano de uno de Orense que tenía cantina y que desde su patio lo observaba, y se acercaban por la carretera de La Coruña las fuerzas militares. Para verlas llegar se les aproximaron algunos desde Fuentesnuevas, y fueron obligados a acompañarlas, fusilando después a varios de ellos en la Plaza de Lazúrtegui, echados en un camión y llevados a Montearenas o a algún otro lugar. Intentaba al oscurecer volver a casa, y asustado por los disparos de las tropas se echó a una presa y nadó hasta la Martina, desde donde de noche se dirigió a su hogar por la misma carretera, encontrándose a unos diez metros, muerta, a una mujer embarazada, ante lo cual se apresuraba en esconderse.
En Bembibre, elementos marxistas hacían guardia armados de escopeta en la Estación del Norte, vigilando todos los actos del servicio y las conferencias telefónicas desde el 20 de julio al 27, pero sin hacer a nadie mayores coacciones. Una comisión de abastecimiento del Frente Popular y en nombre del Gobierno se incautaba el día 22 –mediando acta y recibo– de las trece mil pesetas de la oficina del Banco Central, cantidad –después recuperada– que dejaron escondida en la misma oficina. Pasaban los comisionados el 24 de julio por el domicilio del director de la sucursal del Banco Urquijo para informarlo de que al día siguiente volverían para hacerse cargo de ella, lo que ya no realizaron. Por la tarde del 25 se personaban en la oficina de Nicolás Pérez, representante de los bancos Herrero y Mercantil, al que manifestaron que el efectivo de que disponía (630 pesetas) quedaba requisado a disposición del Comité, al que habría de entregarlo a cualquier hora que se le reclamara, cosa que ya no hicieron. Fueron tan singulares requisas simuladas y convenidas con los directores bancarios (no solo; también con comerciantes de comestibles), “para evitar que sus fondos cayeran en otras manos menos responsables”.
La misma tarde del 25 de julio salía en coche camino de León, donde debían de operarlo, el vecino Eusebio Fernández Rodera en compañía de su esposa y del médico Felipe Gago, y detenido en Torre por el Comité local el automóvil, apresaban allí al galeno derechista y hacían retornar a su casa al enfermo y su mujer. Persistiendo la necesidad de su intervención quirúrgica, daban “los revolucionarios” de Bembibre y de Torre del Bierzo muestra de un humanitarismo que no sería después correspondido (y que, como aquellos particulares decomisos o la protección a las familias de los guardias, desdice tanta barbarie, felonía e impiedad como falsariamente achacarían a “las hordas rojas”), ofreciéndose temprano al día siguiente dos convecinos para acompañarlo en un auto confiscado y en el mismo arriesgado viaje (Astorga y León están desde el día 20 sublevados, y desde el 21 Ponferrada), alcanzando pasado el mediodía y después de no pocas y comprometidas peripecias la capital y dejando en el Sanatorio del doctor Miranda al enfermo y a su esposa, tras lo que regresan a Bembibre cargados de material sanitario para el farmacéutico de derechas Ramón Fernández Vuelta que su hijo le envía, pero ya no llegan, apresados cuando pasan frente al astorgano y rebelde Cuartel de Santocildes.
Procede, muy sucinto, lo anterior del libro que ahora presentamos, publicado el 8 de julio por Ediciones del Lobo Sapiens con la colaboración de la Diputación Provincial y su Instituto Leonés de Cultura, y los Ayuntamientos de La Bañeza, Astorga, Santa Elena de Jamuz, San Andrés del Rabanedo y Santa María del Páramo; que han valorado en el ILC como “un libro de singular importancia para el conocimiento de la historia reciente de nuestra provincia”, y que con sus 828 páginas, referencias de casi 3.000 personas y más de 500 lugares provinciales, un centenar largo de imágenes de época, y sus 1.200 notas a pie de página, es mucho más que el relato más completo, actual y detallado del golpe militar de julio de 1936 en los pueblos, villas y ciudades de la provincia de León.
Ourense, agosto de 2022
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