[LA PIMPINELA ESCARLATA] Dar brea
EDUARDO FERNÁNDEZ | Hay algunos amables lectores que creen que la especialidad de la pimpinela es dar cera al equipo de gobierno del ayuntamiento de Ponferrada. Hoy no. Por el contrario, toca dar brea, que en argot de germanía viene a significar lo mismo, pero hace más juego con los parques ponferradinos.
Les confieso que vivo un poco en el desconcierto, porque ya me había hecho imprimir una camiseta con el dibujo de unos hierbajos y el lema “yo también renaturalizo”, cuando me he visto sorprendido por el asfaltado de los caminos del parque, que es precisamente el que le falta a las calles y caminos de algunos pueblos del municipio. Si dejar crecer la hierba donde no procede hay que acompañarlo a la vez de embrear lo que tampoco procede, el equipo de gobierno ponferradino alcanza un nivel estratosférico de inoportunidad. La oposición venga a pedirles, tan inasequibles al desaliento como la persistencia de los baches, que hagan practicables caminos y viales en barrios y pueblos y el equipo de gobierno, para una vez que hace caso, echa mano de la asfaltadora y se despista respecto a dónde tirar la brea. Ni siquiera les pueden decir que aciertan cuando rectifican, porque rectifican asfaltando y siguen equivocándose con el lugar que asfaltan.
Sánchez ha decidido que el Finisterre ferroviario queda en León, sin planes Next Generation de Adif para El Bierzo, ante el silencio cómplice de los socialistas de aquí. Parecía ya que se habían quedado mudos cuando después de protestar por la electricidad a 60€ han callado cuando ha pasado de 700 este año, porque como versificó ese egregio abusador socialista que era Neruda, “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Así que a falta de echar nuevos railes que acerquen por ferrocarril Ponferrada al mundo, han decidido echar asfalto en un parque. El caso es que ese asfaltado era una reivindicación histórica de Ponferrada, que con el embreado ve cubierta una de sus necesidades más perentorias. Cuando el CIS ha preguntado en Ponferrada cuáles eran las preocupaciones principales de los ciudadanos, muy por delante del trabajo y la salud ha quedado el asfaltado de los caminos en los parques. Dónde van ustedes a parar, donde haya un buen trozo de pavimento entre el verde, que se quiten el empleo y los habitantes perdidos. E incluso el verde, que ya crece bastante en las glorietas y medianas.
Claro que conociéndolos, se intuye en el horizonte que después de asfaltar, nunca más van a cuidar esos caminos, de forma que crecerá alegremente el número de baches per cápita en Ponferrada, lo cual es un alborozo para este equipo de gobierno, porque lo único que les gusta más que ver crecer los hierbajos es ver multiplicarse los baches.
Y mientras tanto, los del liberalismo atroz estamos encantados con la multiplicación de subcontrataciones en los servicios públicos, como en la limpieza. Para qué hacen falta trabajadores municipales o ampliar las contratas públicas, pudiendo subcontratar, que es más barato. Tiene que ganar la empresa contratista y la subcontratista y viva la precariedad de la economía del socialismo local. Que dice el concejal, faro intelectual del occidente renaturalizador, que no sabe nada de eso. Como de gestionar bien y de callar a tiempo una tontería. La ciudadanía, atónita, no da crédito: el ayuntamiento no sabe nada. “Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”; la frase es de Einstein, no del concejal, pero hay ediles que cuando largan parecen empeñados en demostrar que pueden ignorar todo al mismo tiempo y seguir cobrando del erario público por no enterarse. Escribió el filósofo americano Alcott que “la enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”. Hay una peor, alardear de ella para justificar que ni te preocupa cómo se presta el servicio público que te ha sido encomendado. Eso se arregla con un poco más de brea.