[LA PIMPINELA ESCARLATA] La desmemoria como estrategia ministerial
EDUARDO FERNÁNDEZ | Recuerdo encendidos debates sobre la desmemoria del elector cuando en Ciencias Políticas estudiaba comportamiento electoral. Cuántos políticos han confiado en que los ciudadanos se idiotizan cuando reducen su actividad política a la de mero elector pasivo cada cuatro años. Una cosa como la del teorema del votante mediano, que nunca supo nadie cómo era, porque el mediano de marras puede cambiar el voto de Podemos a Vox y no se despeina.
¿Cuánto dura la memoria del votante en Ponferrada? La del alcalde dura lo que va de protestar a callar, de manifestarse a acochinarse, de ver la paja en el ojo ajeno a ignorar la viga que nos meten los suyos cada día, lo que va de la pobreza energética ponferradina a 60 €/MW a la normalidad energética a 700 €/MW, lo que va de que la inflación nos comía los salarios en Ponferrada al 2 % cuando dejó de gobernar Rajoy y que nos alivie la tensión por encima del 10 % con Sánchez, lo que va de que nos deben las ayudas al carbón a que nos cierran las térmicas y no pasa nada, lo que va de proyectos megalómanos a perder un porrón de ciudadanos al año y que fuga irremisible sean las políticas del reto demográfico del futuro, que diría Marlaska sin que una de las suyas le llame maricón, que ya es un avance, porque las socialistas ponferradinas son más educadas y menos heteronormativas que Dolores Delgado. La suya es la desmemoria que va del quiero y no hago al ni quiero ni hago. O sea, una memoria muy muy muy cortita. Como su lista de realizaciones eficaces o la de las subvenciones multimillonarias que nos iban a enterrar en proyectos, y ahora lo que quieren enterrar son unos cables soterrados que ni aparecen en los planos para salir tropecientos en la foto.
Está por ver que la memoria de los electores de Ponferrada sea un poco más larga, como esperan en la oposición. Yo, que soy un tipo huraño y con un pesimismo barroco del tamaño de mi panza, no me lo creo. Se decía cuando yo estudiaba que la memoria de largo alcance del votante nunca supera los seis meses anteriores, lo que le hayan hecho en medio añito, sea bueno o sea atroz. Bien lo comprobó Zapatero en las elecciones de 2008. Otra cosa es que persista la crisis económica y Olegario se coma aquello de que bien orgulloso que estaba porque lo identificaran con Sánchez. Pero insisto, está por ver.
Ahora vienen ministras a Ponferrada y apostemos que no recordarán nada de lo que dijeron que iban a hacer como iniciativa pública. No basta con subvencionar a las empresas del sector privado, que a este paso se hacen más liberales que Ayuso, y la pasta para los insaciables y voraces empresarios privados. A ver si recuerdan el dinero de las inversiones públicas directas, pero me temo que no. Ese ni está ni se le espera.
¿Cuál es la memoria de una ministra socialista media, de las que se carga un sector energético completo con la monserga de la transición que nunca fue justa y de la descarbonización que nos come el salario en el precio de la luz? Todavía más pequeña que la de Olegario, porque viene, coloca su rollo y se va. Y nos contará que deja un pilón de pasta confiando en esa desmemoria que no echará cuenta de que ni de lejos alcanza para cubrir la mitad de lo que prometieron. Y los suyos encantados, oigan, como si de verdad fuésemos a ver algo en el corto plazo, antes de que otros tres mil ponferradinos hayan desaparecido de nuestro padrón. Los suyos de fiesta por la visita, porque con una cobardía indigna de los que les votan no se atreven a reivindicar nada, a exigir nada, a demandar nada. Total, ¿quién se acuerda ya de lo que dijeron en la oposición? ¿Quién recuerda siquiera lo que nos vendieron como remedio a la salida de Endesa, lo que nos contaron del Future, del E-Future y del No-future, de las fábricas de baterías, de la ocupación de los terrenos de Compostilla, que no podían ser para un proyecto social porque había que derribarlo todo, cuando igual ahora ya no quieren derribar parte?
La desmemoria, a falta de promesas cumplidas, es la estrategia que les queda a las ministras. Escribió Juan Marsé que “sabemos que el olvido y la desmemoria forman parte de la estrategia del vivir”. Caramba, y del gobernar. Eso y rezar para que abrazo de gafe no las provoque cese, que bien cerquita está el final de la legislatura el año próximo. O que no las mande a las municipales. Si no, siempre pueden encomendarle algo a alguna fundación de esas que dicen los verdes de Podemos que hace destrozos irreparables en los anillos verdes. Mientras, a ver si la peña no recuerda siquiera lo de los seis meses antes de mayo y los indultan. Esta vez, a todos.