[UNA HABITACIÓN AJENA] Seguras y eficaces
IGNORAR: No saber algo o no tener noticia de ello. No hacer caso de algo o de alguien, o tratarlos como si no merecieran atención.
“No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo sobre mí los artículos 30 y 31 de la Ley de Prensa del 29 de julio de 1881, que se refieren a los delitos de difamación. Y voluntariamente me pongo a disposición de los Tribunales.
En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia.
Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales y que me juzguen públicamente.”
(Émile Zola, Yo acuso)
NELLY BOXALL | Muy oportunamente, coincidiendo con el inicio de la campaña de vacunación, los medios serios nos explicaban que el exceso de mortalidad registrado durante el verano de este año había sido debido al calor. Calor el que me entra a mí al leer y escuchar tanta necedad y tanta mentira. A finales del año pasado, Rafael Cascón Porres, investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, alertaba sobre el significativo incremento en las cifras de mortalidad que se estaba produciendo durante dos mil veintiuno «frente a la veintena de muertes diarias por covid, se están produciendo casi 100 fallecimientos de más diarios (80 si se quitan las de covid) sin que se sepa la causa. Son defunciones que se están produciendo pero sin diagnosticarse y quizás también por eso importan menos: no crean más presión hospitalaria, pero mueren en todo caso. Lo que tiene poco sentido es que estos datos solo valgan para sacar unos informes sobre exceso de mortalidad y no se busque la causa». Por otra parte, en nuestro país las vacunaciones contra la covid19 comenzaban el 27 de diciembre de 2020, llegando a suministrarse hasta tres dosis hasta finales de verano; veo que van a por la cuarta, a ver si es la definitiva. Por el camino, ausencia de consentimiento informado, inexistente información sobre los efectos adversos, opacidad sobre los contratos con las farmacéuticas, instrucciones contradictorias sobre su interacción con otros fármacos o patologías, despidos por no vacunarse, presión, coacción, persecución e insultos hacia quienes no hemos querido someternos al mayor experimento farmacológico y sociológico de la historia, la constatación de la condición mercenaria del grueso de medios y periodistas, manipulación torticera de la tasa de letalidad del virus, cocinado de datos en cuanto a lo que se consideraba una persona vacunada, alarmante incremento de la tasa de mortalidad infantil, censura a la libertad de expresión, limitación de libertades sin base legal ni científica, ausencia total de estudios mínimos sobre el efecto de las inyecciones en embarazadas, etc. Si a estas circunstancias, añadimos el cierre de facto de la Atención Primaria y el parón de las consultas de especialidades médicas que han impedido, en muchísimos casos, un diagnóstico en tiempo y forma, ya tendríamos todos los ingredientes para una tormenta perfecta. No obstante, las personas expertas dicen no saber a qué se debe el exceso de mortalidad.
Pues bien, esta semana comparecían ante el Parlamento Europeo los representantes de las compañías farmacéuticas, concretamente ante la Comisión Especial para el análisis de la compra de las vacunas contra el Covid-19. Dicha comparecencia venía motivada por la falta de transparencia denunciada por el Tribunal de Cuentas de la Unión Europea en su informe del pasado 12 de septiembre. Se denunció por parte de los parlamentarios el conjunto de irregularidades en el proceso de adquisición de las vacunas, la falta de análisis, de control y de publicación de cuestiones fundamentales como el contrato firmado entre la Comisión Europea y las propias farmacéuticas, además de dejarnos uno de los momentos estelares de la jornada, momento que debería ser definitivo para confirmar lo que la intuición y el instinto nos vienen avisando a muchos desde el principio, que ni las llamadas vacunas ni la clase política en su conjunto son de fiar en absoluto y que la sociedad está en manos de psicópatas. Se pregunta a la directiva de Pfizer, la Señora Small (en ausencia del CEO, Bourla, el de los mensajes con la Presidenta de la Comisión Europea). El Eurodiputado le pregunta directamente:
«¿Fue la vacuna de Pfizer contra el Covid testada para frenar la transmisión del virus antes de ser lanzada al mercado? Si no fue así, por favor, dígalo claramente. Si fue así, ¿estaría dispuesta a compartir la fecha (información) con esta Comisión? Y realmente espero una contestación clara: sí o no. Estoy deseando escuchar su respuesta. Muchas gracias». La respuesta de la Sra. Small, directiva de Pfizer: «Respecto a la pregunta sobre lo que nosotros sabíamos sobre la paralización-inmunización antes de lanzar las vacunas al mercado, no, haha. Esto, emmm, ya sabes, tenemos que movernos a la velocidad de la ciencia para entender realmente cómo funciona el mercado».
Este texto va dedicado a todas aquellas personas que se han visto perseguidas, cuestionadas, vilipendiadas y censuradas por sus dudas, cuestionamientos y decisiones en relación con el gran fraude y peligro para nuestra salud -y ahora lo sabemos- que están suponiendo las supuestas vacunas contra la covid. También va dirigido a todas aquellas personas que aún se plantean el someterse a un cuarto pinchazo, quienes podrían reflexionar sobre las palabras del presocrático Anaxágoras “Si me engañas una vez, tuya es la culpa. Si me engañas dos, es mía”.