[EL PROTECTORADO] Olegario no se llama Gerónimo ni Courel es Cochise
AL RAISULI | En un pequeño pueblo del interior castellonense, Villar de Canes, sus vecinos han votado oponerse o no a la instalación de un parque eólico en el municipio. El contundente resultado no deja lugar a dudas: setenta y dos de los setenta y cuatro votantes lo hicieron en contra de su instalación y solo dos a favor.
Esta pasada semana el alcalde de Ponferrada recibió a los representantes de una empresa, Capital Energy, que tienen intención de generar en terrenos del municipio ponferradino 1.100 MW de energía eólica y 400 MW más de energía solar; ignoro el emplazamiento de los paneles pero me temo lo peor.
Partiendo de la base de que para producir los 27,5 MW en Villar de Canes se precisaban 5 aerogeneradores, una regla de tres nos dice que en el municipio de Ponferrada se implantarán 200 aerogeneradores. Otra cosa es que sean de mayor potencia y se reduzca el número, pero a costa de multiplicar el tamaño y la hostilidad visual.
Olegario les rogó que tuvieran en cuenta las alegaciones municipales, pero no les enseñó los dientes porque está por la labor. Y está por la labor porque mandan más las directrices del MITECO que la opinión de sus vecinos. Así un pequeño pueblo perdido del Maestrazgo le enseña que las cuestiones críticas pueden ser votadas por los vecinos en un referéndum legal autorizado por el Gobierno de la Nación.
Aquí no le vale la salida fácil que está a favor de las energías renovables; todos lo estamos. Pero a la vez contra el caos inasumible de un programa de sustitución energética, que parece copiado de los míticos land rush de la Oklahoma de 1889 cuando adjudicaban tierras al primero que llegara en una desaforada carrera.
Aún siendo tierras vírgenes es sabido el impacto negativo que tuvo para las tribus nativas americanas aquella invasión por las bravas, que les obligó a ser rehenes en su propio territorio o condenadas al destierro. Es inconcebible que en pleno siglo XXI se haya abierto semejante cucaña con modos y desparpajo que nos retrotraen a los métodos impositivos y caciquiles de la construcción de los embalses en la dictadura franquista.
Se podría haber hecho bien y sin causar un desastre difícil de enmendar. Es muy fácil desde un despacho de Madrid dar barra libre a la codicia campante, sobre todo si no les duelen la naturaleza y las poblaciones indefensas. Lo más difícil es aceptar el tremendo error en curso para frenar en seco, y volver a retomarlo con el rigor necesario y la urgencia que demanda un asunto tan capital como delicado.
Los bercianos no somos Comanches, ni Sioux, ni Arapahoes, pero el trato que se nos da se parece al recibido por esos aborígenes en los tiempos históricos del Oeste americano. Con una desventaja respecto a ellos, que sus jefes eran gente cabal que pasaron a la historia por la gallardía de luchar por su tierra y los suyos.
Es una barbaridad lo que están haciendo a espaldas de los naturales y residentes del Bierzo. No cumplirían con menos todas las corporaciones locales que solicitando el permiso legal del Consejo de Ministros para consultar a los vecinos, tal como prevé la ley reguladora de bases de régimen local desde 1985.
Una iniciativa que sería clamorosamente acogida por la mayoría de los bercianos y a la que ningún demócrata que se precie puede oponerse. Y hasta conocer la opinión popular, no facilitar dichas implantaciones. No obstante la medida tiene el peligro de ser un embolado para los alcaldes y presidentes de Juntas Vecinales, instados por sus partidos a obviar y desoír el legítimo derecho participativo de los vecinos.
Lo lógico es que de una vez el Consejo Comarcal del Bierzo se ponga las pilas y tome una decisión importante y comprometida, como es abanderar una insurgencia pacifica que anhelan la mayoría de los bercianos que ven impotentes la depredación sistemática de su tierra. Una oportunidad de oro por otra parte para un organismo que necesita reivindicarse y alejar la bien ganada fama generalizada de inutilidad.
¿Cómo? Muy fácil. En primer lugar facilitando a las corporaciones locales y entidades menores cobertura administrativa y logística para desarrollar las consultas ciudadanas. Después, dando un salto exponencial en su periclitada existencia, animando y gestionando la declaración del Bierzo como Santuario Natural a salvo del traumático dislate energético.
Termino. Por favor, que no vengan con el rollo de que se están poniendo zancadillas a la energía verde y otras coplas por el estilo. Hay territorios de sobra que son mucho más adecuados para generar energía renovable con mayor eficiencia. No pasaría nada con el Bierzo ausente de una movida en la que solo lleva las de perder. Lo saben bien el gobierno y las empresas, y ya va siendo hora de que los dirigentes locales se enteren y bajen del burro.
¿Saben cuál es el principal problema? Que ni Olegario se llama Gerónimo, ni Courel es Cochise.