[ENCINA’19] El pregonero llama a «la tenacidad y la constancia» para ganar el futuro
El periodista Pablo Morán encendió este jueves la mecha de las fiestas patronales de su ciudad natal, que el alcalde propone a la ciudadanía disfrutar «sin mancarse».
El pregonero invitó también a mirar al pasado minero para aprender y construir el futuro de la comarca, y a escuchar a los mayores, en la lectura de un breve texto ante los cientos de personas que se congregaron en la plaza del Ayuntamiento para seguir su intervención. «Aprovechemos estas fiestas para pensar qué podemos aportar cada uno», sugirió a los asistentes.
Morán se presentó como «un emigrante berciano más, uno de tantos miles», y rememoró su infancia en Ponferrada, de donde salió hace dos décadas pero sin perder nunca el contacto. «Ser berciano es una forma de vida que, al menos a mí, me ha resultado muy útil en mi carrera. Es un ejemplo de tenacidad, constancia y trabajo duro e incansable para salir adelante. Ejemplo que he visto muy cerca, en mis padres, pero que también imaginaba cada mañana, bien temprano, cuando sonaba la bocina de la MSP. (…) Todo nuestro reconocimiento a aquellos hombres y mujeres que contribuyeron a levantar esta comarca y que nos han traído hasta aquí. Gracias también a ellos. A los que están aquí y a los que, sin poder estar, están», apuntó.
«El contexto del que partimos para empezar a escribir nuestro futuro no es sencillo aunque, en realidad, nunca lo fue. Pero tenemos experiencia, garra e ingenio para salir de esta… para mirar hacia adelante con dignidad. Y tenemos el aval de nuestro pasado del que debemos extraer nuestras propias lecciones», añadió Pablo Morán.
El pregonero concluyó con un «Viva Ponferrada. Vivan las fiestas de La Encina», a lo que Olegario Ramón apostilló con un humor muy berciano –acaso también con reminiscencias de aquel alcalde de Madrid llamado Enrique Tierno Galván– pidiendo a la ciudadanía que disfrute de los próximos días «sin mancarse».
En la presentación del pregonero, el alcalde recordó que Pablo Morán fue uno de los miles de jóvenes ponferradinos que pasaron por Cima «y allí hizo prácticas en la radio imbuido del entusiasmo propio de un adolescente, un entusiasmo que ya no le abandonó y que le ha ayudado a convertirse en uno de los más honestos y comprometidos profesionales de la comunicación».
En presencia de un exiliado de su tierra, Olegario Ramón no quiso pasar por alto que «en los últimos años en Ponferrada y en el Bierzo hemos perdido muchas cosas, empresas, empleos, jóvenes que han tenido que irse». Pese a todo, apostilló el regidor, «seguimos siendo ricos, porque tenemos potencialidades para nuestro desarrollo y tenemos también a ponferradinos y ponferradinos y a bercianos y bercianas como tú, que nos recuerdan cada día que tenemos un gran número de profesionales que habéis triunfado fuera de nuestra comarca, pero que nunca habéis perdido el amor a nuestra tierra y a sus gentes».
Pregón de Pablo Morán
Buenas noches, queridos vecinos. Quiero agradecer la amabilidad de la corporación municipal por brindarme el inmenso honor de poder dirigirme a vosotros desde este balcón que tantas veces he mirado desde ahí abajo. Desde esta querida plaza testigo de nuestras alegrías y amarguras, testigo de reencuentros y rupturas, de compañías y soledades, testigo de la vida que he compartido con muchos de vosotros. Gracias a todos por querer acompañarme en este momento inolvidable para mí y para mi familia.
Ser pregonero supone una oportunidad para saldar una deuda que tenía pendiente con mis queridos paisanos. Después de tantos años ya me pesaba la carga de la ingratitud y cierta soberbia por no daros públicamente las gracias. Fueron vuestras respuestas sinceras, espontáneas y socarronas a mis preguntas con el micrófono de Radio Bierzo las que gustaron en Madrid y me dieron el billete para emprender un maravilloso viaje que Hoy por Hoy continúa y me invita a soñar con seguir creciendo. Vosotros también me habéis ayudado a hacerlo realidad. Así que no quiero dejar pasar ni un día más sin daros públicamente las gracias de corazón.
Me presento aquí como un emigrante berciano más. Uno de tantos miles. Como alguien que sigue experimentando un pequeño desgarro personal cada vez que toca irse. Una sensación inevitable cuando recorro y dejo atrás escenarios de esta ciudad que tantos buenos momentos me ha dado junto a vosotros. El poblado de la MSP, Camino de Santiago, la Plaza de Lazúrtegui, Avenida de la Puebla, General Vives hasta llegar a el Plantío y el antiguo hospital en el que nací… Cuando voy avanzando en ese recorrido, cuando la emoción del regreso o de la despedida está a flor de piel, se agolpan en mi mente maravillosos recuerdos como postales fotográficas que van pasando evocando el amor, el cariño y la compañía de la familia y los amigos. Lo mismo que sigo sintiendo cada vez que vuelvo.
Yo me fuí hace 20 años. Tiempo suficiente para que no asalten a veces los sentimientos de desapego, de cierta traición a la tierra que te crió y que has abandonado. Pero tened algo claro. No conozco a un sólo emigrante de nuestra tierra que no lleve El Bierzo por bandera. Aunque no nos entiendan… da igual. Recién llegado a Madrid me costaba que la gente entendiera que “Tenía que marchar”. “Tendrá que irte”, me decían… y yo obstinado contestaba: “Claro. Marcho porque tengo que marchar”.
Y es verdad. Ser berciano es una forma de vida que, al menos a mí, me ha resultado muy útil en mi carrera. Es un ejemplo de tenacidad, constancia y trabajo duro e incansable para salir adelante. Ejemplo que he visto muy cerca, en mis padres, pero que también imaginaba cada mañana, bien temprano, cuando sonaba la bocina de la MSP. Recuerdo que a veces, al escucharla, pensaba lo duro que era el trabajo en la mina y que, al fin y al cabo, nada de lo que tenía por delante era tan duro como eso. Todo nuestro reconocimiento a aquellos hombres y mujeres que contribuyeron a levantar esta comarca y que nos han traído hasta aquí. Gracias también a ellos. A los que están aquí y a los que, sin poder estar, están.
Tenemos una deuda histórica con ellos. Somos nosotros quienes recogemos el testigo para mantener viva esta tierra. Una tierra ejemplar, una tierra fértil y agradecida que nos devuelve nuestro amor hacia ella con ricos manjares. Una tierra solidaria, acogedora y tolerante con el diferente. Una tierra que es ejemplo de integración desde hace décadas. Algo digno de estudio dadas las circunstancias. Una tierra, en definitiva, en la que lo común, el valor de la comunidad, nos ayuda a seguir adelante con lo que venga.
El contexto del que partimos para empezar a escribir nuestro futuro no es sencillo aunque, en realidad, nunca lo fue. Pero tenemos experiencia, garra e ingenio para salir de esta… para mirar hacia adelante con dignidad. Y tenemos el aval de nuestro pasado del que debemos extraer nuestras propias lecciones. Aprovechemos estas fiestas dadas a los reencuentros para pensar qué podemos aportar cada uno de nosotros en ese gran reto y para aprender de nuestro propio pasado. Sólo escuchando se aprende… sólo oyendo con atención las lecciones de nuestros mayores sabremos preservar el futuro de esta tierra privilegiada. Hagámoslo. Os aseguro que una de las mayores lecciones que he aprendido en el Periodismo es saber escuchar.
VIVA PONFERRADA. VIVAN LAS FIESTAS DE LA ENCINA