[TRIBUNA] ¿Será mi abuelo?
OLEGARIO RAMÓN | La mañana era fría. La niebla peleaba por no dejar paso al sol. Cuando llegué al cementerio, Coro ya acompañaba al equipo de trabajo. En las presentaciones dejó caer varias lágrimas. Coro es nieta de José Aira del Valle, de Villafranca del Bierzo, asesinado en septiembre de 1936. Alejandro, de Sputnik Labrego, le cuenta la implicación personal de la concejala Mabel Fernández y la mía propia para que se lleve a cabo la exhumación de los restos que podrían ser los de su abuelo. Se deshace en agradecimientos, entre lágrimas gruesas, rotundas, que descienden sobre su mejilla tras una parada efímera al inicio del moflete. Alejandro le explica el proceso que se va a llevar a cabo: al día siguiente se extraerán los restos y serán llevados para su análisis en un laboratorio de la Universidad de León. Al mismo tiempo tomarán muestras a la propia Coro, para verificar si esos restos que descansan desordenadamente son los de José Aira, su abuelo.
Al ratito llega al cementerio un grupo de cuatro personas. Se han desplazado desde Barcelona. Una de las integrantes del grupo es Teresa, nieta de Dositeo Fernández López, de Cervantes (Lugo), asesinado en agosto de 1936. Alejandro lleva a cabo el mismo ritual que un ratito antes ejecutó con Coro. Esta familia no es de lágrima fácil. Agradecen igualmente el compromiso del Ayuntamiento de Ponferrada y hablan de que su abuelo fue llevado por los falangistas, quienes en realidad buscaban a su hijo, pero al no encontrarlo, se llevaron a Dositeo. Sostienen que no era político, que su hijo sí, pero que Dositeo no, aunque seguramente seguiría las ideas de su hijo. Hablan de la ley del silencio, que se instauró incluso en la propia familia.
Son dos familias y un único cuerpo y lo saben. En su fuero interno ambas familias desean fervientemente que ese cadáver sea su cadáver, sea el de su abuelo. Tantos años más tarde tienen un poco de esperanza y mucha incertidumbre. La aparición de la suela de una segunda bota entristece en parte a Coro, pues sostiene que le transmitieron que su abuelo llevaba únicamente una bota cuando lo arrojaron en una cuenta, extramuros del cementerio de Fuentesnuevas, aunque la expansión de este lo incorporara al camposanto, suavizando la vergüenza que querían causar sus verdugos. En realidad será la ciencia la que dentro de unos meses resolverá la duda, la que determinará qué familia puede descansar y recuperar el aliento sereno y cuál seguirá en la búsqueda y en la incertidumbre.
Al despedirme les digo que, si no es en esta ocasión, ojalá ambas puedan hallar a su abuelo y me reafirmo en la importancia de lo que estamos haciendo. No es una acción ideológica, es una acción de cumplimiento del más elemental de los derechos de cualquier familia, de cualquier ser humano. Todo el mundo ha de poder recuperar los cuerpos de sus familiares y todos hemos de implicarnos activamente en ello.
- Olegario Ramón Fernández es alcalde de Ponferrada.