[CRÓNICA] Julio de 1936. La defensa de la República en Cacabelos
JOSÉ CABAÑAS GONZÁLEZ | Con ocasión de la presentación en Cacabelos el 15 de diciembre, a las 18:00 horas en el Museo Arqueológico, de la Primera Parte: El Golpe, de mi libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León, una investigación en la que la detallada narración de lo sucedido en los días del golpe militar y después en Cacabelos, Villafranca, Ponferrada y otras localidades del Bierzo y Laciana ocupa un amplio espacio, permítanme que de la información que la obra incluye, mucha desconocida hasta el presente, recoja la siguiente, que a modo de breve y resumido apunte les acerco:
…El 18 de julio, promovido por el secretario municipal, al que “la instrucción le llegaba desde arriba” (del gobernador civil, de que “se recogieran las armas y se garantizase el orden”), se forma en Cacabelos un Comité frentepopulista en el que participan Joaquín López Martínez por Unión Republicana (declara el industrial Manuel Fernández Valcarce, de 62 años, casado, su vicepresidente), por el partido socialista Benito Carballo Pérez (primer teniente de alcalde), por el comunista José Arias Vázquez, por Izquierda Republicana Alfonso Garnelo, y Baldomero López Costero (segundo teniente) por el ugetista Sindicato de Trabajadores de la Tierra. Aquel mismo día, pasadas las diez de la noche miembros del Comité del Frente Popular se dirigían al alcalde pidiéndole que se retirasen las armas a los vecinos derechistas (como por la radio de Madrid ordenaba el Gobierno), a lo que este se niega, diciéndoles que lo dejaran para el día siguiente. Algo más tarde, sobre las doce, el también izquierdista José Núñez y José Arias (al que acusan de andar ya entonces agitando y dando órdenes a los adictos del pueblo para que se armaran), pistola en mano y escopeta al hombro encañonaban al industrial Daniel García López ( “Porrete”, de 38 años, casado, uno de los que “andaban escondidos por ser fascistas”), y en busca de armas registraban su domicilio (rodeado por seis u ocho guardias rojos, entre ellos Cayetano Arias, alias “Machado”, igualmente armado y que, como José Arias y otros muchos, continuaba huido al acabar agosto), requisándole una escopeta y munición para la misma.
El día 19 sobre las once de la mañana, redactado por el secretario municipal, como todos los demás, se publica un bando “que informaba al vecindario de haberse declarado el estado de guerra en la Península, Baleares y Canarias”, y otro en torno a las cuatro de la tarde, cuando en el pueblo se notaba una cierta efervescencia, ordenando el cierre a las diez de la noche de todos los establecimientos, cafés, tabernas, cines y bailes (los salones de Antonio Morete Carro y José Abella, obligado este a cerrar a la medianoche), y que la gente se recoja en sus casas, prohibiendo circular por las calles desde las diez y media, “siendo detenidos quienes se encuentren en ellas sin la única justificación admitida de buscar médico o medicinas para enfermos”, seguido al poco de uno más adelantando en una hora el cierre de aquellos locales. Se dispone también en esta fecha la incautación, ya al atardecer, de vehículos, coches y camionetas, prontos en el plazo de una hora con sus conductores “para prestar el debido apoyo al legítimo gobierno de la Nación en estas circunstancias especiales en que todo español consciente tiene la obligación ineludible de apoyarlo incondicionalmente”. Aquel día, como el señor cura párroco don José Alonso Silva (al que “cuatro individuos presididos por un guardia de Asalto fueron a pedirle las armas”, y que acusará después a algunos de “ser completamente laicos”) se quejara por la tarde de que un borracho lo había molestado, y temía que se quemara la iglesia, desde el Comité lo tranquilizaban, garantizándole que nada le sucedería y nombrando una guardia para la custodia del templo.
Otro bando dictado el 20 de julio por la mañana establecía el plazo de las doce del mediodía para que los vecinos “poseedores de armas de fuego, cortas o largas, con o sin licencia de cualquier clase, las presenten en el Ayuntamiento”, al que poco después comenzaban algunos a llevarlas y en cuya secretaría se depositaban. Vencida aquella hora, según se anunciaba en el edicto, varios de izquierdas recorrían las casas de algunos recogiéndoselas (las armas serían devueltas después a sus dueños, sin que sepa el alcalde quien lo ordenara). En uno un poco posterior se daba cuenta “de que esta alcaldía responde del orden más absoluto y del respeto lo mismo a las personas que a las cosas, pero no de las consecuencias de una agresión o resistencia a los mandatos emanados del Frente Popular por conducto de la misma. Cacabelenses: Viva la República, vivan los trabajadores, viva el Frente Popular”, y aún en otro más se ordenaba que los establecimientos cerraran aquel día a las seis de la tarde. Dirá el médico Santos Rubio Rebolledo (de Monzón de Campos, Palencia, de 28 años, soltero) que a eso de las 17 horas José Núñez y José Arias lo intimaban a que entregara las armas que tuviese, y no teniéndolas los invitó a que lo comprobaran registrando su domicilio, lo que no harían (actuación que se repitió con otros vecinos y sus casas), y que algo más tarde el secretario municipal y los también médicos Genadio Núñez y Jesús Marote observaban la marcha de las milicias rojas en parejas por la calle. El mismo secretario y el primero de los doctores se habían presentado sobre las tres de la tarde en la Oficina de Telégrafos preguntando a su responsable (Rosendo Castaño Chicarro, de 35 años, casado) si seguía en comunicación y tenía noticias de León, “pues por teléfono solo contestaban desde allí del Gobierno Militar”, y rogándole que intentara contactar con la capital, “simulando entonces él que así lo hacía y que no respondían a su llamada”. Una hora más tarde realizaban algunos en busca de armas un baldío registro en la casa-cuartel de la Guardia Civil, vacío de su fuerza –concentrada en Ponferrada– y cuya puerta les franqueaba la esposa del cabo comandante.
Manuela López (1910-2005), viuda de José Núñez, maestra y reconocida poetisa, con su madre Victorina García y su hijo Pepín
El alcalde, Ricardo Basante Arias, el destacado socialista y médico Genadio Núñez Antón, su hijo José Núñez Pérez, el también médico Jesús Marote Diaz (nacido en 1909, estudiante en Valladolid y licenciado en Madrid en 1935, soltero, terminaría exiliado en Argentina y México), reputado junto al anterior como jefes de la agrupación comunista, y José Arias Vázquez, secretario de la misma y miembro del Socorro Rojo Internacional, asumieron el 20 de julio la resistencia al Ejército, reuniéndose en el salón del Consistorio, dando instrucciones a la gente armada que andaba por las calles y que pasaba con frecuencia por la sala de sesiones de registrar las casas de los vecinos de derechas para retirarles las armas y con ellas armar a las milicias marxistas, y actuando de enlaces con Ponferrada y Villafranca (dos veces se entrevistan allí el día 20 con varios munícipes don Genadio y su hijo). Se dirá en el Sumario 794/36 que también “se firmaron los días del movimiento antinacional vales de gasolina para el servicio de la revolución y se requisaron automóviles”, los de Manuel Montes Díaz (conducido por su hijo Luciano), Antonio Díaz Fernández, José Díaz Sánchez, Bernabé Villar Martínez, y las camionetas de José Palacios Serdio, Horacio Martínez Abella, Segundo Vázquez del Valle (una Chevrolet, huyendo él para que no lo obligaran a conducirla), “un tal Felipón”, Carlos Fernández Guerra, Joaquín Vega Arias, y José María Basante (escondido, se hubo de desistir porque no consiguieron arrancarla). Algunos de aquellos vehículos no se llegarían a incautar, ni se entregaron a todos sus dueños las previstas notificaciones de requisa (por decisión del alcalde, dirá este)…
Procede lo anterior del libro referido, publicado el pasado julio por Ediciones del Lobo Sapiens con la colaboración de la Diputación Provincial y su Instituto Leonés de Cultura, y los Ayuntamientos de Santa María del Páramo, La Bañeza, Astorga, Santa Elena de Jamuz, y San Andrés del Rabanedo; que han valorado en el ILC como “una obra de singular importancia para el conocimiento de la historia reciente de nuestra provincia”, y que con sus 828 páginas, referencias de casi 3.000 personas y más de 500 lugares provinciales, un centenar largo de imágenes de época, y sus 1.200 notas a pie de página, es mucho más que el relato más completo, actual y detallado del golpe militar de julio de 1936 en los pueblos, villas y ciudades de la provincia de León.
- José Cabañas González. Ourense, diciembre de 2022.
- + info en www.jiminiegos36.com
Procedencia de las imágenes:
- Ramiro Armesto. De la web Imágenes para el recuerdo de León
- Manuela López. De Mercedes G. Rojo (coord.). Manuela López García. Una vida, una obra. Ediciones del Lobo Sapiens. León 2021