[UNA HABITACIÓN AJENA] Dicen que vienen los rusos
Dicen que vienen los rusos. Dicen que vienen los rusos,
por la Puerta de Alcalá, ja ja, ja ja.
Dicen que vienen los rusos. Dicen que vienen los rusos,
por la Puerta de Alcalá, ja ja, ja ja.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Cuando un error se hace colectivo adquiere la fuerza de una verdad.
Yo me empeño en penetrar vuestro tiempo, por varias razones: la más egoísta porque el mío me fue arrebatado.
Cuando un clásico funciona como tal, esto es, cuando establece una relación personal con quien lo lee.
Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, de modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre.
Vivir día a día, semana a semana, devanando un presente fortuito, un instinto irresistible igual que los pulmones, inhalar siempre una última bocanada mientras quede aire disponible.
Cuando el estado de excepción se convierte en la regla, entonces el sistema jurídico-político se transforma en una máquina letal.
No queremos un patronato de protección de las mujeres.
¿Y qué si nos volvemos locos? Nos recuperaríamos si no nos persiguieran, exiliaran, aislaran o recluyeran.