Celebración del caballo
¿Puedes acaso detener al viento?
¿No ignora el viento las fronteras, libre
va y viene sin disfraz,
sopla a su antojo?
¿Puedes acaso detener al viento?
¿No ignora el viento las fronteras, libre
va y viene sin disfraz,
sopla a su antojo?
No hay honor en las marcas
que sobre el mapa trazan, arrogantes,
tus generales, todos
han templado sus cuerpos a la sombra
de un abanico.
Lleva el prudente a cuestas
su miedo como el bravo
lleva a cuestas su muerte.
Todo reino desciende de la sangre,
se nutre de trofeos
y se administra a lomos de un caballo.
Conducida a presencia del tirano,
éste le preguntó qué prefería;
si embadurnar tinajas en su casa de campo
por un plato de gachas
y un puñado de trigo,
o vivir en palacio y ser, por doce
ases y medio as, su concubina.
El que nunca fue amado por los dioses
llena la casa de altares,
cultiva su infortunio
como un regalo singular
y huye
de las mujeres y sus tentaciones.
Si, orgulloso, no quiso
más que vencer la inmensa
arrogancia de un último
paso más ambicioso
que el del sol soberano,
eso nadie lo sabe.
¿Debería importunarnos
la insolente bravata
de unos cuantos, ociosos
y de mano nocturna,
que, valientes a nuestra
espalda, escriben viles
consignas en los muros
diariamente lavados?