[LA OVEJA NEGRA] Icíar Bollaín pasea por el Bierzo, buscando a Nevenka Fernández
GERMÁN VALCÁRCEL | Parece que el Bierzo lleva camino de convertirse en un enorme plató cinematográfico.
GERMÁN VALCÁRCEL | Parece que el Bierzo lleva camino de convertirse en un enorme plató cinematográfico.
GERMÁN VALCÁRCEL | El lenguaje del poder otorga impunidad a quienes, en nombre del desarrollo y el progreso, enferman y arruinan nuestras geografías, y explotan a sus habitantes, humanos y no humanos.
GERMÁN VALCÁRCEL | Hace tiempo que no escribía sobre la “pandemia”, al reflexionar sobre lo ocurrido durante estos casi tres años me he dado cuenta de que nos hemos instalado, parece que definitivamente, en esta nueva normalidad, en este absurdo donde tantas certezas se ven arrancadas por una tenaza invisible conformada por el miedo –el miedo es la materia prima del control social– la sumisión y la ignorancia.
GERMÁN VALCÁRCEL | Se ha puesto de moda tirarse a la yugular de los defensores del decrecimiento y de los estudiosos del colapso (colapsistas).
GERMÁN VALCÁRCEL | A los habitantes de la Comarca Circular, las clases dominantes y sus voceros nos quieren hacer creer que existen transfusiones eficaces de vida para los lugares que agonizan, pero esta tierra hace ya tiempo que está recibiendo cuidados paliativos.
GERMÁN VALCÁRCEL | El Bierzo actual, desde un punto de vista económico, arrastra las mismas tendencias negativas que, agravadas por una demografía que nos conduce a la práctica extinción, caracterizaron la dependiente y precaria estructura decimonónica del carbón.
GERMÁN VALCÁRCEL | Debo de admitir que servidor tiene una cultura política muy chapada a la antigua.
GERMÁN VALCÁRCEL | Hace mucho tomé conciencia de la sociedad en la que vivo, dóciles marionetas que callarán para no verse lapidados por la cólera de los caciques que nos gobiernan, y acepté la derrota.
GERMÁN VALCÁRCEL | Aunque no he nacido en el Bierzo, llevo viviendo media vida aquí.
GERMÁN VALCÁRCEL | Uno de los rasgos más característicos de la sociedad berciana es el del fingimiento y la simulación, la celebración de un mundo que nada tiene que ver con la realidad.